Una plaza que alienta un deseo y espera

Por Claudio Leveroni

Con nubes ennegrecidas sobrevolando la ciudad comenzó el armado del escenario en la histórica plaza. La lluvia anunciada por el servicio meteorológico para el miércoles y jueves no es lo único que preocupa a los organizadores del acto que tendrá como una única oradora este jueves, a partir de las 16:00, a Cristina Fernández.

Habrá una multitud. Flamearán banderas coreando hasta el cansancio “Cristina presidenta”. ¿Cómo será la devolución, que contenido tendrán las frases de la vice a ese clamor popular? Un verdadero desafío a su reconocida capacidad oratoria, esa que supo ser un punto de conexión íntimo con la enorme masa de seguidores que se encolumnan detrás de ella.

No se trata de esperar un sí de Cristina como respuesta al deseo de la multitud. La incertidumbre gira en saber cómo lo dirá, que formato tendrá la construcción de ideas que brotarán de su boca para que su negativa se instale con optimismo en la muchedumbre en general y en la militancia en particular.

Un acto de estas características, en época preelectoral como la que estamos atravesando, se realiza con la intención de estimular e impulsar a una franja social a que asuma un compromiso activo en la campaña. El desafío de Cristina será lograr ese objetivo. En este caso, con una particularidad muy especial. Debe hacerlo con un mensaje que contradice el irrefrenable deseo de los miles de convocados que la quieren de candidata. Ella deberá transformar en motivador el “no seré candidata”. No será sencillo.

Los principales organizadores de la movilización de este jueves están desconcertados. Hubo quien reconoció, ante la consulta de este escriba, que la ratificación del último jueves en C5N de su ausencia en una fórmula presidencial los paralizó. Dejó dudas sobre la realización del acto. Lo desarmó anímicamente. Un bajón recorre al grueso de la dirigencia más comprometida con la vicepresidenta. El estado de ánimo baja al sector más activo y militante. Muchos se resisten. Mantienen encendida la llama de la esperanza en la creencia que la movilización puede modificar la decisión de Cristina. A esta altura son los menos.

Están los que navegan por la autocrítica. Los que tomaron en cuenta los dichos de Graciana Peñafort cuando señaló que se canta mucho “si la tocan a Cristina va a haber kilombo”, pero se hizo poco bajo esa promesa. Casi la asesinan y no hubo una movilización masiva en respaldo. La angustia culposa atrapa a muchos. Esa mujer también sufre, y no solo por el escalofriante momento vivido el 1 de septiembre. En la intimidad del último reportaje mostró la particular situación que vive con su hija. “Me necesita”, afirmó en rol de madre protectora. Los miserables no se conmueven, atacan igual.

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