Un Milei que recuerda la Revolución Argentina

Por Claudio Leveroni

Con una escolta de granaderos montados en sus caballos, y una guardia estilo pretoriana que necesitó de 5 mil agentes de distintas fuerzas de seguridad bordeando de un lado y del otro la avenida del recorrido desde casa de gobierno hasta el Congreso, el presidente Milei hizo su presentación ostentosa en lo que fue su primer discurso de apertura de sesiones ordinarias del parlamento nacional.

La excentricidad de semejante escenografía, más el particular horario, superó a la de sus antecesores en tiempos de democracia. Más bien hizo recordar épocas de generales montados en carrozas, como solía hacer Juan Carlos Onganía. Varias particularidades se pueden unir entre aquel desgraciado momento y el actual. El dictador hablaba y ejercía el poder como si fuera el inicio mismo de la organización nacional, despreciando todo lo anterior. Cuando juró como presidente, después de expulsar a Arturo Illia de la Rosada, no lo hizo sobre la Constitución Nacional. Trajo su propio reglamento y juró sobre ellos, eran los estatutos de la autodenominada Revolución Argentina. Casi un paralelo con la ley ómnibus que Milei intenta forzar en estos días.

Hay más paralelos entre ambas épocas. Onganía es recordado, entre otras cosas, por la noche de los bastones largos. En la seguridad que las universidades eran un reducto opositor decidió intervenirlas. Hubo resistencia del alumnado y profesores. La Guardia de Infantería, armada con pistolas lanzagases y largos bastones, los golpeó y encarceló. Después, se expulsaron a más de 700 docentes. En estos días Milei anuló la creación ya aprobada de 5 nuevas universidades.

Con frases demagógicas y recurrentes de escasa calidad intelectual Milei expresó en el parlamento que todo lo realizado en los últimos cien años estuvo mal. Se asume como un verdadero líder mesiánico con citas poli religiosas y una permanente invocación al enemigo interno, al que define como casta política aunque termina siendo todo aquel que se opone a lo que él dice o propone. Quién no concuerda con sus propuestas es corrupto.

La televisación del acto fue una verdadera postal de lo que pretende. Las imágenes, en el paneo que se hizo mientras hablaba, recaían solo en sus funcionarios y seguidores. Utilizó la cadena nacional para mostrar a su barra expresando cantos tan hostigadores como su propio discurso. No se pudieron ver rostros opositores, tampoco los carteles que llevaron para la ocasión.

Milei anunció el cierre de la agencia Telam descalificándola como una expresión del kirchnerismo. Su vocero, Manuel Adornis, se vanaglorió de la medida escribiendo de inmediato una burla fuera de lugar: “Saluden a Telam que se va…fin”.  Nada bueno puede fluir de tanto odio.

Para rubricar que la organización nacional comienza con su llegada el presidente convocó a lo que bautizó como el Pacto de Mayo. Una cita para los gobernadores el 25 de ese mes en Córdoba (donde obtuvo el 75% de los votos en segunda vuelta). Los mandatarios provinciales deben llegar ese día al centro del país para bendecir el proyecto de ley ómnibus que ya fue rechazado en diputados.

 

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