El 17 de noviembre de 1972 fue el día más esperado por millones de argentinos. Lo fue por 17 años. Tiempo que representó el largo paréntesis que separó al máximo líder político del siglo XX de su tierra y su pueblo. Ese día llegó al país Juan Domingo Perón después de sufrir 6268 jornadas de exilio.

Perón en 1944, desde la Secretaría de Trabajo, comenzó a construir una relación íntima y fluida con la clase trabajadora. Impulsó reivindicaciones y alentó su organización como el mecanismo más eficaz para defender y luchar por cada conquista en los derechos laborales.

Fueron, justamente, los trabajadores quienes se movilizaron el 17 de octubre de 1945 para rescatarlo e instalarlo como el líder político que marcaría el rumbo de la historia argentina en las décadas siguientes. Meses más tarde, en febrero de 1946, Perón junto a Hortensio Quijano encabezó la fórmula presidencial que ganó las elecciones, logrando un millón y medio de votos, contra el millón doscientos que obtuvo la formula Tamboríni-Mosca, que apoyaba el radicalismo, los socialistas, la democracia progresista, el comunismo y hasta el embajador de Estados Unidos en la Argentina de apellido Braden.

Antes que finalice 1946 Perón logró nacionalizar numerosas empresas estratégicas para el desarrollo, expansión y crecimiento nacional. El Estado argentino adquirió la Unión Telefónica, la compañía Gas Del Plata, los Ferrocarriles franceses y también creó la flota aérea mercante. La tendencia a definir un país económicamente independiente y políticamente soberano, quedó representado en el primer plan quinquenal, un conjunto de medidas y proyectos que ubicaba al Estado como el motor del nuevo proyecto de país.

El peronismo ganaría también con amplia ventaja las elecciones legislativas de 1948 en 10 provincias, y las constituyentes realizadas para reformar la Constitución Nacional. El 11 de noviembre de 1951, la mujer argentina votó por primera vez y Perón fue reelecto presidente acompañado en la formula por Juan Hortensio Quijano. Con más de 4 millones seiscientos mil votos, dobló a la fórmula radical Balbín-Frondizi.

En su segunda presidencia Perón comenzó a plantear su pensamiento sobre la política exterior basada en los conceptos de “continentalismo” y “universalismo” con proyección al siglo XXI. Lo hacía mientras desplegaba, acompañado por Getulio Vargas presidente de Brasil, una estrategia regional que terminaron siendo las bases del Mercosur.

El salvaje bombardeo de los aviones de la Marina de guerra sobre la plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, asesinando a más de 400 personas, fue el principal llamado de atención mostrando que la oligarquía no tenía límites para expulsar a Perón de la Casa Rosada. Tres meses más tarde el golpe de estado quedaría consumado.

Juan Domingo Perón dejó el país el 25 de septiembre de 1955, a bordo de un hidroavión que lo trasladó desde Buenos Aires hasta Asunción. Después de recorrer por algún tiempo Latinoamérica, Perón estableció su residencia en Madrid transformando a la capital de España en el lugar de obligada peregrinación para cualquier dirigente con pretensión de ser influyente en la vida política argentina.

El retorno de Perón a la Argentina se transformó en la causa prioritaria para los peronistas. Cuando el apellido del expresidente fue prohibido por decreto de la dictadura, el ingenio popular instaló el Luche y vuelve, una consigna cargada de mística que traspasó de generación en generación. En diciembre de 1958, el delegado de Perón, Jhon William Cooke, llegó a la Argentina con las intenciones de empezar a construir la vuelta del ex presidente al país. Fue detenido y con él, se truncó el primer intento de regreso.

Seis años más tarde, en 1964, otro delegado de Perón, Alberto Iturbe y el dirigente metalúrgico Augusto Vandor comenzaron a organizar el primer operativo retorno. Perón se embarcó en un avión de línea que lo trasladó desde Madrid hasta Río de Janeiro. Allí terminó una nueva frustración. Negociaciones de los gobiernos de Argentina y Brasil impidieron la continuidad del viaje. Perón debió volver a Madrid.

Argentina estaba gobernada en 1964 por Arturo Illia, quien había ganado las elecciones con un 20% de los votos, el mismo porcentaje que obtuvieron los votos en blanco en una votación donde estuvo proscripto el peronismo. El ministro de Relaciones Exteriores de Illia era Miguel Ángel Zavala Ortiz, un activo militante de los comandos civiles que participaron en el bombardeo a Plaza de Mayo y el posterior derrocamiento de Perón. Zabala Ortíz fue el encargado de pedirle a Brasil impide la salida del avión que traía al líder del Justicialismo al país. Ocho años más tarde, en 1972, comenzó a gestarse el retorno definitivo. El delegado personal de Perón, Héctor Cámpora, se encargó de organizar una comisión operativa constituida por una veintena de dirigentes peronista.

El último tramo de la dictadura que había comenzado con Juan Carlos Onganía derrocando a Illia en 1966, para continuar con Roberto Marcelo Levingston, concluía con Alejandro Agustín Lanusse buscando condicionar la candidatura a las elecciones ´residenciales de Perón. Para hacerlo reformó la Constitución estableciendo un tiempo de residencia en el país obligatorio para todo aspirante a la presidencia.

Las elecciones se fijaron para el 11 de marzo de 1973. Perón lanzó la formación de una alianza multipartidaria que bajo la denominación de Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) nucleó a varias fuerzas políticas. Lanusse subió la apuesta afirmando, en un acto en el Colegio Militar, “a Perón no le da el cuero para venir“.

En aquella confrontación, sectores antiperonistas creyeron ver en Lanusse un candidato ideal para enfrentar a Perón en las urnas. Fue una aspiración de vuelo corto, el propio Lanusse tuvo que abortarla. Lo hizo en una conferencia de prensa realizada en Santiago de Chile, en ocasión de una visita oficial al gobierno chileno que conducía Salvador Allende.

Diez días antes del regreso de Perón al país, el 7 de noviembre, Héctor Cámpora fue el encargado de anunciarlo. Se publicó en todos los diarios argentinos, una solicitada dirigida «A los compañeros peronistas», confirmando la vuelta. Los peronistas desconfiaban del llamado a elecciones realizado por Lanusse, temían que Perón quedase detenido en Ezeiza, o peor aún, un ataque al avión antes que llegase a Buenos Aires.

Como una forma de proteger a Perón se pensó en personajes reconocido que lo acompañarían en el vuelo de regreso al país. La lista de pasajeros se integró con los 22 presidentes provinciales del Justicialismo y un amplio abanico de personajes de la política, el deporte y la cultura. Viajaron, entre otros, José María Castiñeira de Dios, Abel Cachazú, Marilina Ross, Hugo del Carril, Lorenzo Miguel, José Sanfilippo, Rodolfo Ortega Peña, Juan Carlos Gené, Silvana Roth, Marta Lynch, Leonardo Favio, Chunchuna Villafañe, Eloy Camus, el cura Carlos Mugica y Nilda Garre.

El 14 de Noviembre partió desde Ezeiza el vuelo que transportó a Roma a los pasajeros que vendrían con Perón en su regreso a la Argentina. Esa misma jornada, Perón viajó de Madrid a Roma y se entrevistó con el primer Ministro Giulio Andreotti.

Un día antes de la llegada de Perón al país, el 16 de noviembre, los diarios Argentinos publicaron una solicitada firmada por Perón, donde remarcaba que venía como prenda de Paz. La dictadura respondió desplegando 30 mil efectivos y efectuando numerosos allanamientos, que incluyeron la casa que habitaría Perón en la calle Gaspar Campos en Vicente López

Tropas rodearon Ezeiza bajo el pretexto de garantizar la seguridad física del líder justicialista, se instaló un cordón que le impidió a miles de peronistas llegar hasta el lugar. Muchos de ellos, bajo una copiosa lluvia, cruzaron el río Matanza para instalarse en cercanías del aeropuerto. Lo hacían mientras los 154 tripulantes y pasajeros se disponían a dar inicio al histórico viaje en el DC 8 de Alitalia. Perón fue el último en ascender.

El retorno de Perón fue un acontecimiento abordado por la prensa mundial. 1500 periodistas se acreditaron para registrar su llegada a Ezeiza. Se confundían con las solo 300 personas autorizadas a recibir al ex presidente. La C.G.T. decretó paro y día de júbilo nacional el 17 de noviembre y su Secretario General, José Ignacio Rucci reclamaba elecciones generales limpias. Mientras que la revista Siete Días salía a la venta con una edición cuya tapa se preguntaba ¿A qué viene Perón?

Lanusse aumentó la presión en la jornada previa denunciando hechos de violencia. El dirigente Montonero, Rodolfo Galimberti, subió la apuesta. En un acto en la facultad de arquitectura y urbanismo, dijo: “Vayamos a recibir a Perón. El que tenga piedras que lleve piedras, el que tenga algo más que lleve algo más“

En las 15 horas que duró el vuelo Roma-Dakar-Buenos Aires, Perón se mantuvo en la parte delantera del avión. Rodeado siempre de su esposa, del doctor Jorge Taiana, Héctor Cámpora y José López Rega.

Hubo un momento que marcó la tensión de aquel momento. Faltando una hora para el descenso de la nave en suelo argentino, el piloto sugirió la posibilidad de buscar otro aeropuerto para la maniobra final. En la semana mucho se había hablado de las posibilidades de cambiar, a último momento, el lugar donde aterrizaría la nave que traía a Perón. Se habló de Tandil, de El Palomar, e inclusive de Carrasco, en Uruguay. La prensa especuló, también, con lo que podría suceder con el ex presidente una vez en tierra. Lo cierto, es que el aeropuerto de Ezeiza, desde el aire, se veía amenazador por los movimiento militares

Segundos después de las 11 de la mañana, la nave pisó suelo argentino. El brigadier René Salas llegó hasta la escalerilla del avión, flanqueado por dos vehículos policiales y cinco motocicletas.

Vestido con traje azul oscuro, camisa blanca y corbata celeste, Perón descendió la escalerilla acompañado de su esposa y Héctor Cámpora. Subió a un auto para recorrer unos pocos metros y detenerse. Perón descendió y con los brazos en alto, ensayó su tradicional saludo bajo el paraguas de José Rucci. La imagen sería la postal del retorno.

Perón pasó la jornada del 17 de noviembre en el Hotel Internacional de Ezeiza. Allí estuvo toda la noche. Los rumores que estaba detenido habían ganado la calle. Al día siguiente, poco después de las seis de la mañana, marcharía rumbo a la residencia de Gaspar Campos, en Vicente López. Se quedó en el país 30 días, hasta armar la fórmula presidencial que bajo la consigna, Cámpora al gobierno Perón al poder, triunfaría en las elecciones del 11 de marzo de 1973 con el 50% de los votos emitidos.