La Quinta de Olivos y una espera que no se puede demorar mucho más

Javier Milei demora su mudanza a la Quinta de Olivos, lugar de residencia obligada para todo primer mandatario del país. Así establecido no solo por una tradición que ya lleva más de cien años, también lo es porque ese predio de treinta hectáreas ubicado en el partido de Vicente López ha sido donado con destino específico, para ser utilizado como vivienda ocasional por los presidentes.

La residencia de Olivos es una donación realizada en 1918 por Carlos Villate Olaguer, aceptada ese mismo año por quien ejercía la presidencia, Hipólito Yrigoyen. Desde entonces fue habitada por veintiséis presidentes (dictadores incluidos).

El primer dueño de esta fracción de tierra fue Rodrigo de Ibarola, un militar que había llegado a Buenos Aires con Juan de Garay para integrar el gobierno de la ciudad con el cargo de Regidor del Cabildo fundacional.

En 1774 la fracción de tierra la adquirió Manuel de Basavilbaso quien por entonces era administrador general de Correos. Tuvo como única heredera a Justa Rufina Basavilbaso, casada con Miguel de Azcuénaga, por aquel entonces vocal de la Primera Junta de Gobierno, de 1810. La quinta fue heredada por sus hijos. Uno de ellos, Miguel, le pidió a Prilidiano Pueyrredón, que diseñara una casa para la quinta. En 1851 la construcción quedó terminada con dos plantas y tres dormitorios en suite, seis baños y varias salas de recepción.

Varias generaciones de la familia disfrutaron de este enorme espacio verde. El último fue Carlos Villate quien estableció en su testamento el deseo de dejarla como lugar de residencia para presidentes. En aquel documento dejó en claro que en caso de no ser aceptada esa propuesta por el Poder Ejecutivo el lugar quedará como parque público.

El primer presidente en instalarse allí fue Agustín P. Justo, en 1932. En 1938, Roberto M. Ortiz la usó como lugar de descanso. Perón, durante su primera presidencia la utilizó sólo en los veranos. La residencia fue protagonista de infinidad de momentos históricos. En 1962 Arturo Frondizi fue notificado en Olivos de su derrocamiento. Semanas antes había recibido de incógnito a Ernesto Che Guevara tras un viaje en avión que lo trajo desde Uruguay donde había participado, representando a Cuba, de la conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) en Punta del Este. La avioneta que trasladó al Che lo había dejado en el aeropuerto de Don Torcuato, desde allí (por la noche) fue trasladado hasta Olivos.

Arturo Illia y su esposa pasaron períodos vacacionales en la quinta presidencial. El lugar fue reacondicionado y era frecuente en esos días la organización de chocolatadas para los chicos vecinos del barrio que eran invitados al micro cine de la residencia. El siguiente morador, tras el derrocamiento de Illia, fue el dictador Juan Carlos Onganía quien vivió en forma permanente e inclusive protagonizó un incendio en medio de refacciones que se le hicieron a la casa. Los otros dos interventores del Poder Ejecutivo nacional de esa época, Levingston y Lanusse, también se mudaron a Olivos.

En la quinta presidencial falleció en 1974 Juan Domingo Perón mientras ejercía su tercera presidencia. Sus restos, junto a los de Evita, permanecieron allí en una cripta construida especialmente. Los dictadores que se apoderaron del poder público desde 1976 hasta 1983 vivieron también en la Quinta. Videla lo hizo después que retiraran los restos de Perón y Evita. Fue un proceso que demoró algunas semanas con la impronta puesta en la posibilidad que, de no hacerlo, la quinta podría ser reclamada por los descendientes de Villate para que sea un parque público, tal como lo establecía el testamento original.

Alfonsín se mudo a Olivos y transformó a la Quinta en lugar de reuniones abiertas para fechas patrias y reuniones gubernamentales acondicionando el lugar para la recepción de periodistas. En varias oportunidades los vecinos lo vieron cruzar una de las calles linderas (Malaver) para encontrarse con su canciller, Dante Caputo, que vivía a pocos metros.

Carlos Menem mantuvo perfil alto del lugar que incluyó habituales reuniones de gabinete (en especial los miércoles). El riojano trajo animales que deambulaban libremente por los inmensos jardines de la residencia. La truncada presidencia de Fernando De la Rúa tuvo a la quinta como escenario de grandes movilizaciones acorde a lo que sucedía en el 2001 en todo el país. A punto estuvo la multitud de ingresar sorteando los paredones construidos durante la última dictadura militar. Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Mauricio Macri (fraccionó parte de la quinta para hacer un paseo público sobre Maipú), y Alberto Fernández fueron los últimos cuatro presidentes en habitar la histórica residencia.

Javier Milei demora su instalación definitiva hasta terminal los caniles de sus cinco perros. Así manifiestan en Casa Rosada donde ya le advirtieron que no puede demorar mucho más. Existe el riesgo de un reclamo de familiares de los antiguos dueños reclamando se desafecte el destino del lugar atento a que no se cumple con la voluntad del testamento.

 

 

 

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