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Hace 94 años Gandhi iniciaba la marcha de la sal

Hay hechos puntuales en la historia protagonizados o impulsados por personas únicas que no deben olvidarse nunca porque resultan ser mojones en ese camino hacia una sociedad más justa, más libre y solidaria. Hace 93 años se produjo una de esas postales que debemos guardar en nuestra memoria histórica. Sucedió muy lejos de nuestro país, pero la influencia cultural que ejerció traspasó fronteras.

El 12 de marzo de 1930 Mahatma Gandhi emprendió una de las protestas no violentas que más influencia tuvo en el mundo, se la conoció como la “Marcha de la Sal” que tenía como objetivo fortalecer una cultura soberana e independiente de la India colonial del Imperio británico.

La marcha se inició con solo 78 miembros que partieron desde la ciudad Sabarmati Ashram, para recorrer a pie 400 kilómetros hasta llegar el 6 de abril a la ciudad costera de Dandi. Previo al inicio de esta marcha Gandhi le envió una carta al virrey ingles en la India informándole que iban a impulsar la desobediencia civil si no se cumplían ciertas condiciones entre ellas la desaparición de la Ley Británica de la Sal.

La India era uno de las más grandes productores de sal en el mundo. El Imperio británico monopolizaba la producción y comercialización, se quedaba con los dividendos de la exportación poniendo un precio altísimo al mercado interno de la India. Muchas personas no podían comprar sal y sufrían deficiencia de sodio en sangre (hiponatremia).

Los ingleses, además, habían impuesto leyes que perseguían y multaban a quienes decidieran fabricar sal de forma autónoma. La marcha de la sal impulsó un acto de desobediencia civil pacífica. A paso lento Gandhi y sus seguidores fueron devorando entre 18 y 24 kilómetros diarios, menos los lunes que era jornada de descanso. Cada noche dormían al aire libre y los propios aldeanos de los pueblos donde llegaban les ofrecían comida y agua. Las paradas daban paso a charlas y eventos que eran recogidos diariamente por los periódicos indios y extranjeros.

Al piquete de Ghandi se fueron sumando miles de personas. La marcha llegó a tener tres kilómetros de extensión. Los británicos, que al principio minimizaron la acción, intentaron frenarla en varias ocasiones con retenes de uniformados. Ghandi siempre marchó al frente de la columna. Ante cada advertencia inglesa repetía que seguiría caminando.

Las tropas inglesas reprimieron aquel piquete a palazos. Ghandi organizó la atención de los heridos a un lado del camino mientras, para sorpresa de los británicos, más hindúes hacían fila para ser apaleados.

Ante la difusión internacional de los hechos y para evitar un mayor desprestigio por golpear a personas que no se defendían, el Virrey desistió de reprimir. Cuando llegó a la costa de Dandi, Ghandi simplemente se agachó para tomar con sus manos un poco de agua de mar, la levantó por encima de sus hombros y exclamó, “aquí está la sal, es nuestra”

A partir de ahí millones de hindúes, desobedeciendo la orden del imperio británico, comenzarían a evaporar el agua recogiendo así la sal. Algo que estaba prohibido con penas que llevaban a la prisión a los infractores. Lo hicieron sin ocultarse, a plena luz del día. Los ingleses quisieron evitarlo, detuvieron a 60.000 ladrones de sal. El propio Gandhi estuvo entre ellos. Estuvo encarcelado durante nueve meses.

Ghandi es un ejemplo extraordinario. Contagió con su inteligencia a millones de personas. El más rebelde de los pacifistas.

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