El negocio de la guerra y los ejércitos privados

El Grupo Wagner es un ejército de mercenarios que desde el inicio de la guerra en Ucrania está al servicio del presidente Vladimir Putin para luchar junto al ejército regular ruso. Esta fuerza militarizada, que se describen a sí misma como una “compañía militar privada”, fue noticia en estos últimos días por rebelarse contra la administración de Moscú que la tiene contratada. Una especie de intento de golpe de estado privado.

La rebelión de los mercenarios contra Putin se argumentó bajo la escusa de bombardeos del ejercito regular ruso contra el grupo Wagner mientras estaban en la ciudad ucraniana de Bajmut. La rebelión duró menos de 24 horas. En realidad, se trataba de un reclamo del ejercito privado por renovar un contrato que termina este 1 de julio.

El líder y dueño del grupo Wagner es Yevgueny Prigozhin, un ruso nacido en San Petesburgo hace 62 años. Su ejército privado fue identificado por primera vez en 2014, cuando respaldaba a las fuerzas separatistas prorrusas en el este de Ucrania. Hasta ese momento era una organización secreta, que operaba principalmente en África y Medio Oriente, y se cree que contaba con 5.000 combatientes, en su mayoría veteranos de los regimientos de élite y fuerzas especiales de Rusia.

En la última década el grupo Wagner ha crecido considerablemente. “Es casi seguro que lo integran 50.000 combatientes en Ucrania y se ha convertido en un componente clave de la invasión”. Así se lo describió desde el Ministerio de Defensa del Reino Unido a principio de este año.

La conformación de ejércitos privados no es patrimonio de esta época ni mucho menos. Las actividades de estos mercenarios organizados, si bien no son nuevas, representan un peligro que ha crecido de manera voraz en las últimas décadas. Desde el Papa Martín lV, sin dudas el pionero en estas cuestiones de contratar ejércitos privados, y Los Gurkas de Nepal, hasta los ejércitos privados que se ofrecen en la actualidad por Internet, hay un inmenso recorrido en la historia de la humanidad.

El Papa Martín lV fue quien contrató por 112 mil florines a mil lanceros y 1500 jinetes para conquistar Perusa y mantenerse 36 meses allí. Los Gurkas de Nepal fueron contratados por la corona británica en los últimos 100 años para participar en las fuerzas imperiales que actuaron en la India, en Irak y en nuestras islas Malvinas.

En la actualidad los mercenarios se organizaron a través de empresas y se transformaron en un peligroso poder con cierta dosis de independencia. Ahora, participan del negocio más directamente. Se quedan con tierras, minas y pueblos. Su poder crece hasta convertirse en verdaderas multinacionales de la violencia para quienes un mundo en paz no es un buen negocio. Pueden reprimir poblaciones, usurpar riquezas naturales, o para dar golpes de Estado.

No se trata de ejércitos improvisados. Sus soldados reciben preparación adecuada. Se especializan no solo en técnicas para el combate, también son instruidos para tareas más miserables como la aplicación de torturas y desaparición de personas.

Lo que el caso ruso viene a dejar en claro por estos días es que la presencia de ejércitos privados en conflictos armados ya no se oculta. Se trata de formaciones irregulares, conducidas por militares rusos, franceses, estadounidenses o británicos de alto rango, que obtienen jugosos contratos, para realizar todo tipo de tareas en cualquier lugar del mundo.

Se presentan en páginas de Internet como compañías militares privadas, ofreciendo una amplia variedad de servicios: seguridad a corporaciones mineras multinacionales, entrenamiento militar, servicios anti-drogas, tareas logísticas y servicios de seguridad personal a través de guardaespaldas. Casi todos estos ejércitos son apañados por las potencias.

Entre 1980 y 1984 miles de opositores al entonces gobierno de Honduras desaparecieron o fueron muertos tras ser secuestrados y torturados. Documentos desclasificados en Washington en 1997 reconocieron la participación del Pentágono en el entrenamiento del batallón 316 de Honduras, responsable de la mayor cantidad de detención y desaparición de personas en esos años.

Nuestro país no fue ajeno a estos hechos. A principio de los años 80, asesores militares argentinos, en una tarea conjunta con agentes de espionaje estadounidenses, fueron enviados por Leopoldo Fortunato Galtieri a Honduras para enseñarle a militares de ese país técnicas de interrogatorio, tortura, asesinato y desaparición de personas. Las mismas que se aplicaron durante los años de dictadura en argentina. Su viaje y estadía fue financiado con fondos reservados que el gobierno de EEUU le envió al general Galtieri.

Esos militares argentinos habían trabajado estrechamente con agentes de la CIA en un campo de entrenamiento ubicado en Lepaterique a 25 kilómetros de, Teguacigalpa. Allí mostraron como habían perfeccionado las técnicas aprendidas de sus colegas norteamericanos dos años antes, en cursos tomados en 1978 en una base estadounidense ubicada en el canal de Panamá.

Sus macabras técnicas de tortura fueron premiadas con el otorgamiento de un nuevo objetivo. Estados Unidos financió viajes a El Salvador y Guatemala para adiestrar a represores de esos países. Estas actividades se hicieron públicas por las denuncias de organismos de derechos humanos como Anmisty Internacional

Entre 1993 y 1994 el gobierno de Angola pagó 40 millones de dólares para que una de estas empresas llamada Excecutive Outcomes adiestrara a sus soldados. Esta empresa fue creada en septiembre de 1993 por Simon Mann, ex oficial británico, y Anthony Buckingham.

Con oficinas en Londres, Excecutive Outcomes se transformó en la de mayor facturación mundial. Realizó operaciones en más de treinta países, derrocó y restituyó gobernantes en el continente africano. Llegó a recibir como paga yacimientos de diamantes y bauxita en Sierra Leona. Los mercenarios de Excecutive Outcomes cobraron sueldos extras cuando encabezaban columnas de combate en Angola, y fueron autorizados a saquear un pueblo llamado Cafunfo cuando fue recapturado.

Excecutive Outcomes llegó al final de sus actividades el primero de enero de 1999. Fue después de haber publicitado sus distintas incursiones y haber llamado la atención de la prensa Europea que denunció sus actividades. El diario Wall Street Journal Europe, el 11 de diciembre de 1998, publicó un artículo donde expresaba dudas sobre el anuncio de Executive Outcomes en interrumpir sus actividades. Según expertos, sus recursos fueron transferidos a entidades con otros nombres de más bajo perfil, pero con igual función en orden mundial

El presidente depuesto de Sierra Leona, Ahmed Tejan Kabbah contrató, después de ser derrocado en 1995, a un ejército privado que le garantizó su vuelta al poder. Fue gracias a los servicios de Executive Outcomes, que con 500 mercenarios armados con equipamiento sofisticado tomó el palacio presidencial y recuperó el poder. El presidente Kabbah estuvo custodiado hasta 1997. Cuando el dinero para sostener su guardia pretoriana se acabó, también su seguridad se terminó.

Ni bien se retiró el ejército que había contratado el presidente Kabbah, a un costo de 180 mil dólares mensuales, volvió a ser derrocado. Lo increíble de esta historia es que desde el exilio logró obtener financiamiento y contratar a otro ejército, esta vez fue a través de una empresa con sede en Londres, que lo devolvió al palacio presidencial.

Un informe publicado años atrás por The New York Times, Londres tiene el mayor número de organizaciones mercenarias que operan desde allí con contratos extranjeros evaluados en más de 150 millones de dólares y más de 8 mil aguerridos ex- militares, entre los cuales se encuentran veteranos británicos de las Malvinas, de la guerra del Golfo y de las operaciones de mantenimiento de paz en Bosnia.

La participación de solados que combatieron en Malvinas no está referida solamente a británicos. En noviembre de 1988 un grupo de excombatientes argentinos le acercó al por entonces senador nacional por San Luis, Oraldo Britos, una denuncia que señalaba que la embajada norteamericana en Buenos Aires, estaba reclutando ex combatientes, para luchar como mercenarios a las órdenes de los contras nicaragüenses.

La noticia de este particular reclutamiento la publicó el diario El Heraldo, el vespertino del Buenos Aires Herald, el 4 de noviembre de 1988 bajo el título: “Reclutan a veteranos de Malvinas como mercenarios. Para luchar a favor de los contras según una denuncia ante senadores”. La nota estaba firmada por Néstor Machiavelli.

Otra empresa vigente entre los años 80 y 90 se presentaba bajo la sigla MPRI, con base en Virginia, Estados Unidos. Entre los ítems de servicios que ofrecía en su página web destacaba el sugerente: “para la asistencia a la transición democrática”.

Esta empresa fue fundada en 1987 por un general retirado del ejército norteamericano, Vernon Lewis y tenía en sus filas a comandantes que lideraron la operación “Causa Justa” en 1989, la invasión estadounidense a Panamá. También contaba esta empresa con la participaron de militares de alto grado que estuvieron en la guerra del Golfo.

El político peruano Enrique Bernales Ballesteros, que integró la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, elaboró un informe a fines de los noventa denunciando el vacío legal existente en el mundo para limitar y controlar el accionar de ejércitos privados para todo servicio.

Gracias a su trabajo la Organización de las Naciones Unidas sancionó la Convención contra el reclutamiento, la utilización, la financiación, y el entrenamiento de mercenarios. Esta convención entró en vigor en octubre de 2001 con la ratificación de 22 estados. Sin embargo, aún no ha logrado que esta declaración se haga realidad.

Por donde pasan estos ejércitos privados dejan cicatrices difíciles de borrar. Heridas que son al mismo tiempo su tarjeta de presentación para lograr nuevos y jugosos contratos mayormente financiados por potencias como Estados Unidos.

Documentos desclasificados por el Pentágono, demuestran la relación del gobierno de EEUU financiando ejércitos para participar en varios conflictos bélicos en terreno africano. Esto sucedió durante la administración del presidente Clinton. Así quedó registrado en los casos de Ruanda y el Congo.

La riqueza que encierran algunos países pobres de África son un imán para atraer a estos ejércitos privados. Anmisty Internacional calcula que en Angola, la República Democrática del Congo, Liberia y Sierra Leona han muerto 3,7 millones de personas en conflictos relacionados a los diamantes.

El gobierno de Angola le cedió a una compañía con sede en Bruselas, nada más ni nada menos que el 50% de los derechos a los diamantes ubicados en 36 mil kilómetros cuadrados de un monte que se encontraba hace algunos años bajo el control de fuerzas rebeldes. El Objetivo e incentivo quedaron claros: si eliminan a los rebeldes, los diamantes eran suyos.

Al horror no se llega por casualidad. Hay un marco de contención e instrucción para quienes abordan un protagonismo tan miserable de la vida. Hay decisiones políticas, grandes negocios y, fundamentalmente, una filosofía que alimenta y da consistencia a quienes ordenan y ejecutan tareas de estas características.

Está tan aceptado en ámbitos militares la existencia de estas prácticas, que los postulantes a ganar mucho dinero a cambio de torturar y matar, antes de obtener su licencia, deben asistir a cursos, leer libros específicos y hacer prácticas para aprender el oficio. Los mejores egresados tendrán la oportunidad de integrar brigadas especiales, comandos tácticos en ejércitos regulares, o podrán ocupar un lugar en los muchos ejércitos privados que se ofrecen al mejor postor por todo el mundo.

Un maestro de estos mercenarios se hizo famoso en la invasión a Irak en 2003. El General, Geoffrey Miller, a quien gustan reconocer como un duro, un especialista en obtener información de detenidos. Miller ganó su fama al estar al frente de la base norteamericana en Guantánmo, en Cuba. Allí estuvo a cargo de los 660 prisioneros irakies. Personas que Estados Unidos retuvo en condiciones inhumanas, sin derecho a defensa jurídica ni con posibilidad de contacto con familiares. Hubo, inclusive, niños en esta base de tan solo 11 y 14 años que fueron liberados después de ser torturados.

En Irak Miller estuvo acompañado por 70 agentes especializados en ablandar prisioneros y obtener información. Se hicieron cargo de un complejo carcelario de 100 hectáreas con 4 mil prisioneros. En ese lugar se tomaron fotos y videos que se hicieron “filtraron” a la opinión pública mostrando los abusos criminales, sádicos y perversos, a que fueron sometidos los detenidos. Aquellas instantáneas y oprobiosos videos se transformaron en la carta de presentación del ejercito privado que terminó creando el oscuro general.

 

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