Sor Geneviève Jeanningros, la monja de 81 años amiga del Papa Francisco, tuvo el privilegio de despedirse de él durante el turno de los cardenales, quienes al reconocerla le permitieron situarse muy cerca. Así pudo saltear el protocolo del Vaticano para ver el cuerpo de Francisco en la Basílica de San Pedro. Allí la monja se mantuvo durante varios minutos llorando desconsoladamente ante el ataúd.
El dato que sobresale por encima de esta situación puntual es que se trata de la sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas secuestradas en 1977 durante la última dictadura argentina. La hermana tenía por costumbre visitar mensualmente al Sumo Pontífice acompañada por gente marginal y de transgénero con los que trabajaba
0 comentarios