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Asesinato de la mujer policía: Sin autocritica del gobierno porteño

El asesinato de la agente Maribel Zalazar vuelve a replantear cuestionamientos severos en el manejo y formación de los policías de la Ciudad de Buenos Aires. El recorrido de los sucesos ocurridos ayer dan cuenta que la mujer policía se encontraba de consigna en la estación Retiro de subte cuando quiso ayudar a un joven que estaba siendo atendido por personal del subte ante una aparente descompensación. Al acercarse, y por motivos que aún no han sido esclarecidos públicamente, su asesino le arrebató el arma que llevaba en su cartuchera y realizó al menos cinco disparos. Dos impactaron en el cuerpo de Zalazar y un tercero hirió a un empleado del transporte público. El agresor finalmente fue atrapado en la calle mientras huía.

La policía de la ciudad de Buenos Aires, que cuenta con un presupuesto superior (medido por habitante) al de todo el país, tiene más de 26 mil integrantes. Un número desproporcionadamente alto. Sin embargo, Zalazar estaba sola de consigna en un lugar de alto tránsito. ¿Por qué? Se sabe que los policías cuando transitan en tarea preventiva por la calle lo hacen en pareja. Un segundo interrogante es saber ¿cómo fue posible que le arrebaten el arma? Qué tipo de cartuchera utilizan los agentes para permitir que de un manotazo pueda desenfundar un extraño. ¿Qué tipo de pechera protectora antibala llevaba? Las respuestas a estas preguntas parecen apuntar a dos cuestiones centrales, la calidad de los elementos que utilizan los policías porteños y la preparación que reciben.

Como correlato de estos interrogantes aparece la desastrosa intervención de del Ministro de Seguridad porteño, Marcelo D´alessandro, quien increíblemente intentó sacar provecho político del tema: “El enfrentamiento podría haber sido controlado con una pistola Taser. Hace dos años compramos 60 unidades, pero el gobierno kirchnerista las bloqueó con el festival de excusas truchas que usan para defender delincuentes”. El funcionario no solo apunta responsabilidades afuera de su ámbito, también atenta contra la inteligencia al señalar la cantidad de 60 pistolas. Difícilmente le habría tocado tener una a la agente Zalazar.

El ministro, que en la actualidad se encuentra en uso de licencia tras ser denunciado y es investigado por graves denuncias de corrupción, no está en soledad. Patricia Bullrich desde una escasa elevación de pensamiento también buscó responsables afuera: “el kirchnerismo odia a la policía y cuida a los delincuentes”, señaló justificando sus dichos en la negativa opositora a aceptar las pistola una Taser.

El Jefe de Gobierno tampoco tuvo una intervención feliz. Lejos de aceptar la necesidad de revisar cuestiones internas, tanto en formación de policías como en su equipamiento, solo recurrió a una frase de ocasión. Tras relatar los hechos con indignación remató diciendo: “El delincuente fue detenido en el momento del hecho y espero que la justicia actúe rápido y con todo el peso de la Ley“, obvio.

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