En la madrugada del 22 de agosto de 1972, 16 jóvenes fueron fusilados en la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew, provincia de Chubut. Formaban parte del grupo de 19 presas y presos políticos que había sido traslado a esa base dependiente de la Armada una semana antes, luego de fugarse del penal de Rawson y no lograr abordar el avión en el que otros detenidos escaparon rumbo a Chile.
Aquella madrugada de hace 52 años, los militares los instaron a salir de las celdas, formar dos hileras y, tras ello, les dispararon con sus ametralladoras. Fueron fusilados Carlos Astudillo, Rubén Pedro Bonnet, Eduardo Capello, Mario Emilio Delfino, Alfredo Kohon, Susana Lesgart, José Ricardo Mena, Clarisa Lea Place, Miguel Ángel Polti, Mariano Pujadas, Carlos Alberto del Rey, María Angélica Sabelli, Humberto Suárez, Humberto Toschi, Alejandro Ulla y Ana María Villarreal de Santucho.
La dictadura de entonces, comandada por el general Alejandro Agustín Lanusse, pretendió presentar la masacre como el resultado de un inexistente “intento de fuga”. Sin embargo, María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo René Haidar, que resultaron gravemente heridos pero sobrevivieron, pudieron dar testimonio detallado sobre esos crímenes.
Lo hicieron en mayo de 1973 en una charla con el poeta y periodista Francisco Paco Urondo mientras los cuatro, entrevistador y entrevistados, estaban detenidos en la cárcel porteña de Villa Devoto, a la espera de que se concretara la liberación de presos políticos anunciada por Héctor Cámpora, dado que la situación allí se había agravado notablemente tras los fusilamientos. A los pocos meses, aquella entrevista fue publicada como libro en la colección Ediciones de Crisis, bajo el título “La patria fusilada”.
Berger, Camps y Haidar, al igual que Urondo, serían asesinados años después, durante la última dictadura cívico militar. La causa por la Masacre de Trelew fue elevada a juicio en 2009 pero tuvo sentencia en octubre de 2012, cuatro décadas después de ocurrida, cuando el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia condenó a prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino como “coautores responsables del homicidio con alevosía” de 16 presos políticos y tres tentativas de homicidio.
Ese fallo absolvió a Rubén Paccagnini y Jorge Bautista pero, en marzo de 2014, la Cámara Federal de Casación Penal anuló esas absoluciones, dejó firmes las penas de prisión perpetua impuestas y calificó a los crímenes como “delitos de lesa humanidad“.
En julio de 2022, el ex teniente de la Armada Roberto Bravo, que se refugió en Estados Unidos tras la masacre, fue hallado culpable por la Justicia de ese país luego de que familiares de las víctimas presentaran una demanda civil en su contra. Se trató de un primer paso, mientras sigue en curso un pedido de extradición para lograr que sea juzgado en Argentina.
La Masacre de Trelew fue la antesala de lo que vendría después: el uso de las fuerzas represivas del Estado para secuestrar, asesinar y desaparecer a militantes políticos y sociales. Trelew también signó un momento en donde los jóvenes que se incorporaban a la militancia, afianzaron compromisos políticos con sus organizaciones, sus ideales y sus objetivos de Revolución luego de estos fusilamientos.
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