Con la impronta que representa el regreso de Federico Sturzenegger a un círculo privilegiado del poder institucional del país, el gobierno asumió una riesgosa determinación ante a la falta de divisas y la necesidad de las mismas para asumir compromisos internacionales y requerimientos de la natural dinámica que requieren los movimientos cotidianos de la economía local. Tal como lo adelantó días atrás la ex presidenta Cristina Fernández, el Banco Central comenzó a desprenderse de reservas buscando controlar el mercado cambiario y la ampliación de la brecha entre el dólar oficial y el marginal.
La determinación del gobierno conlleva riesgos. Se asumió a contramano de lo que está pidiendo el FMI y con críticas que traspasan sectores de la oposición. La primera reacción de los operadores del sector cambiario fue bendecir la decisión este lunes con una fuerte baja, que superó el 7%, en la cotización del dólar blue, MEP y CCL.
Desde el palacio de Hacienda intentan bajar la tensión que conllevan sus determinaciones. Señalan que el Banco Central seguirá comprando reservas y lo hará con el superávit financiero alcanzado en el primer semestre del año (algo más de $2,3 billones). Es también una forma de “secar” la plaza de pesos entendiendo que eso logrará controlar la demanda de dólares (además de forzar la venta de quienes lo tienen como ahorro) y la inflación. Una teoría que el gobierno pone en práctica con resultados inciertos.
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