Atravesamos tiempos políticos con particularidades altamente llamativas. El presidente Javier Milei se subió al avión presidencial esta semana para hacer un viaje relámpago a Miami y recibir un premio de poca relevancia. Ciertamente, a nadie le escapa que en realidad la idea central de ese traslado era cruzarse con el presidente de EEUU en días donde el gobierno espera cerrar el acuerdo para un nuevo endeudamiento con el FMI.
Si bien el viaje es un dato llamativo en sí, más lo es aún que Milei se retire de la cena donde se desarrollo el evento antes que llegue Donald Trump. La extraña situación invita a especulaciones varias.
Si el motivo del viaje era cruzarse con el mandatario estadounidense, ¿que provocó la salida de Milei antes que Trump ingrese al lugar donde se desarrollaba el evento? Un motivo pudo ser el desconocimiento que el mandatario norteamericano llegaría al lugar, algo que deja mal parado a algún funcionario de alto rango, como podría ser el Canciller Werthein, encargado de tener esa información. Otro motivo podría ser el anticipo de alguna respuesta inesperada que daría Trump a Milei.
Por el motivo que fuere, el nuevo y costoso viaje relámpago del presidente a EEUU ha dejado un tendal de interrogantes. También muestra una gestualidad repetida y hasta desesperante de Milei por ser parte de un círculo cercano a los intereses del país del norte.
El presidente argentino lleva realizado diez viajes a Estados Unidos desde que asumió la presidencia hace 16 meses. Tres de ellos fueron este año. La cifra, en sí misma, aparece como exagerada. Lo es mucho más si contabilizamos su presencia en el interior del país. Durante lo que va de su gestión Milei solo visitó 11 provincias.
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