Por Claudio Leveroni
Con la seguidilla de reapariciones en actos públicos que comenzó a realizar en las últimas semanas Cristina Fernández se posiciona cada vez más, de manera indisimulable, como la principal opositora al gobierno de Milei. Un abono a la semilla de una futura postulación electoral.
En el entorno de Milei quieren tener a la ex presidenta enfrente cuando llegue la hora de la elección en busca de renovar el mandato. Hay detrás de esa posición una estrategia de campaña que atraviesa una cultura dominante de esta época, la utilización del odio como método de construcción política. En los pasillos de Casa Rosada están convencidos que el odio a Cristina supera el odio que hay contra Milei. Esa es la medición que hacen. Desde esa percepción es que prefieren que sea ella la candidata a confrontar y no lo sea Kicillof.
Se trata de una mirada muy relacionada a un estilo de gobierno de confrontación brutal y permanente. Es una forma de entender como administrar el interés común. También lo comparte su principal aliado, el PRO, aportando lo suyo a ese estilo de construcción política que tiene al odio como principal combustible.
El partido creado por Mauricio Macri llevó al parlamento la propuesta de “ficha limpia” buscando la inhabilitación temporal o perpetua para cargos públicos a quienes han sido condenados por corrupción. Con criterio lógico el peronismo lo acepta si se incluyen otros delitos además de corrupción.
No hace falta recurrir a ninguna sutileza para interpretar que ficha limpia es una propuesta que apunta a Cristina. Más aún, es impulsada a sabiendas que no será aplicada, solo buscan dar el debate para que se escuche el argumento contra la ex presidenta. Ya lo adelantó el integrante saliente de la Corte Suprema, el máximo tribunal se tomará su tiempo para expedirse sobre el controvertido fallo contra Cristina que comunicaron los integrantes del tribunal que jugaban al fútbol con Macri.
Cristina percibe los riesgos de una extensa campaña basada en estilos irracionales de comunicación política. En Rosario pareció dar una prueba de eso. En el acto de este sábado en la Universidad Nacional de esta ciudad hizo señales negativas cuando la multitud comenzó a corear “Milei basura vos sos la dictadura”. Cuando el canto giró hacia “llamen al gorila de Milei”, ella sí lo aprobó. Con su actitud estableció límites en argumentos y estilos de confrontación.
No es disparatado presagiar que, de concluir este recorrido con la confirmación de una confrontación electoral Milei – Cristina, el desafío que enfrentará la sociedad no será solo un cambio o reafirmación de la administración nacional. Será, acaso como nunca antes, una compulsa de valores culturales.
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