“El mayor riesgo que tenemos de contagio se da en el transporte público. ¿Qué hace el gobierno de la Ciudad?, restituye las grúas”. Con tono irónico, pero sosteniendo un relato de la realidad, la diputada porteña María Rosa Muiños cerró su exposición este jueves en la sesión ordinaria del parlamento local, donde el bloque oficialista pudo imponer la sanción de la ley de emergencia económica y financiera, rechazada por todos los bloques opositores.

La legisladora referenció así a una situación que, 24 horas atrás, tuvo en vilo a la ciudad cuando un vecino que había dejado estacionado su auto en la puerta de su casa se encontró con la sorpresa que ya no estaba ahí. Después de más de 40 días de no utilizarlo salió por primera vez del aislamiento y se topó con la mala nueva.

El vecino fue visitando los distintos estacionamientos municipales hasta que lo encontró. La grúa se lo había llevado. Se sabe, el concesionario que desde hace años está operando sin contrato en la ciudad, es miserablemente impiadoso. La reacción de la víctima fue referenciarse, erróneamente, con el coronavirus. La empleada exageró en su reacción y accionó el protocolo. El hombre estuvo varias horas encerrado en el mismo lugar, hasta que se lo liberó aunque con una causa judicial. Todo ocasionado por el acarreo en plena pandemia de un concesionario que solo busca recaudar. Larreta debió, hace rato, liberar los espacios para poder estacionar sin mayores restricciones. Utilizar el auto en época de pandemia es un aporte sanitario, ayuda a descomprimir el transporte público.