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Festejo ejemplar con cipayos al acecho

Por Claudio Leveroni

La celebración popular de este martes ha quedado como la más numerosa en la historia Argentina. Nunca antes hubo semejante convocatoria que, además, tuvo su eje central en el festejo. No es poca cosa para un país que viene golpeado, como buena parte del mundo, por conflictos que van desde la angustiante pandemia hasta las zozobras que provoca el camino hacia la recuperación de la economía interna. Tenemos el ojo adiestrado a capturar imágenes con manifestaciones de protestas y quejas de todo tipo en las calles de Buenos Aires. Bajo este registro observar una fiesta de las características de este martes invita a reflexiones varias.

Acaso la primera y más importante sea la de destacar el ejemplar autocontrol de la población en el marco de un festejo tan multitudinario como inédito. La cantidad de asistentes (refieren a 5 /6 millones de personas) podría hacer suponer una cifra temeraria de accidentados. El saldo según señaló el titular del SAME, fue de tan solo 18 heridos (ninguno de gravedad).

Cuando estamos en una multitud reaccionamos a la par del conjunto y eso muchas veces se transforma en estampidas mortales.  Ejemplos sobran. Solo dos de este año, entre muchos más. 1) El 1 de enero hubo 12 muertos y 15 heridos en una estampida ocurrida en un santuario hindú en Cachemira (India) donde había 100 mil personas.  2) El 29 de octubre pasado en las calles del distrito de Itaewon de Seúl (Corea del sur), una fiesta de Halloween se convirtió en tragedia.154 personas, incluidos 26 extranjeros, murieron en una oleada de gente transformada en estampida.

Pese a ese gran ejemplo de autocontrol de una multitud llamada al festejo, un sector del pensamiento no nacional (mucho menos popular) persiste en resaltar la vulgaridad de las expresiones populares ubicándolas como sudorosas hordas salvajes y desaforadas que presagian violencia. En realidad, les molesta el festejo popular. No pertenecen a ese ámbito, mucho menos al país al que denostan con llamativa facilidad con una frase predilecta, “país de mierda”. Los más refinados mencionan una versión vegana asegurando que se trata de un “país bananero”.

Para fortalecer esa idea de una masa de ignorantes moviéndose al compás de sentimientos vulgares, los dueños del pensamiento no nacional , se encargan de mostrar videos donde la marginalidad aflora. Repiten hasta el cansancio como se arrojaron dos personas desde un puente al micro de los jugadores (uno de ellos es uno de los 18 heridos) o la vandalización del obelisco. Desde esos casos, y seguramente de algunos más, se hacen fuertes en el discurso de degradar el festejo popular, que es también degradar al argentino medio. “Así nos ven en el exterior” se ufanan siendo ellos mismos el exterior.

También anticiparon su oposición al feriado afirmando con tono de verdad absoluta que “el país se hace trabajando”, induciendo a presuponer que esos millones que fueron al festejo no son parte de la Argentina que trabaja y por lo tanto no son merecedores de un día de fiesta. No es el mismo calificativo que utilizan para los 43 mil argentinos que viajaron a Qatar (varios miles estuvieron un mes) desgarrando 800 millones de dólares de las reservas del Banco Central. Nada en contra de los que pueden hacerlo, solo vale la comparación para identificar el contenido cipayo e intenciones de un relato no nacional.

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