Por Claudio Leveroni

Con la mirada sensible al reflejo de bolsillos agujereados por donde se escurren sus pocos ingresos, el lector de estas líneas podría inferir que la pregunta que rotula esta nota apunta solo a un interrogante económico. Saber cuántos pobres más se irán sumando a la hilera de los ya existentes, o cuántas pymes se caerán en los próximos meses elevando el piso de la desocupación que sube al compás de una recesión provocada exprofeso por el gobierno como una estrategia para bajar la inflación.

La ruta de la economía argentina es tan solo un punto, acaso central, de una preocupación que va creciendo en un sector más observador de nuestra sociedad. Milei representa la incultura política. Lo señala él mismo a boca llena y sin titubeos. Más aún, lo hace con una violencia que nunca ejerció en forma tan brutal un presidente en nuestro país. Sus expresiones de barra brava con banda presidencial son frecuentes. Desarticula permanentemente recorridos que llevan al diálogo como ejercicio central para una convivencia social armónica. Nada más lejos de un objetivo que tenga la unidad nacional como meta.

La mirada mesiánica de Milei lo hace colocar en el centro del escenario no solo del presente. Avanza contra todo lo establecido en los últimos 100 años. Lo hace en la creencia que encarna una patriada única y todo debe desarrollarse según su propio creer. Confronta con todos. No da tregua en sus dislates que son cada vez más frecuentes. Lleva casi tres meses de gobierno, impone un frenesí tal que parece ser mucho más.

Hay un sector de la sociedad que acepta la flagelación. Consumidos por la derrota cultural dan por cierto que viven en un “país de mierda” que no merece tener moneda propia, mucho menos políticas autóctonas. Hubo y hay una paciente tarea de poderosas señales mediáticas y comunicadores que han realizado con éxito el recorrido de la degradación nacional. La calidad del periodismo de nuestros días dista mucho de la que alguna vez supo existir en nuestro país. La obsecuencia con el poder real es una constante en los medios más masivos.

Un video que Raúl Timerman difundió en las últimas horas desde su cuenta en la red X golpea la memoria. Se lo ve a Jacobo Timerman, director en los años 70 del diario La Opinión, preguntándole a Perón sobre la falta de consenso para alcanzar la Unidad Nacional. La respuesta de quien fuera tres veces presidente de los argentinos tiene una actualidad impactante. “Ese concepto no se ha conseguido en este país por falta de cultura política” responde Perón y agrega: “Muchos señalan, que suerte tiene Francia siempre le aparece el hombre que la salva. No es suerte, es cultura política. Argentina es un país politizado pero sin cultura política”.

La falta de cultura política que señala Perón nos ha instalado en un escenario de enorme riesgo. El ejercicio de la presidencia de Milei recorre un camino tan sinuoso y desquiciado como complejo. El sector social más retrasado en esa cultura política arremete contra toda la lógica de como gobernar en armonía. Celebra tanto la definición de “nido de ratas” al Congreso Nacional como el no reparto de la coparticipación federal que está ahogando a las provincias. Esto último está llevando a una confrontación con gobernadores con un final incierto.

El chubutense Ignacio Torres amenazó con cortar desde el miércoles el servicio de distribución energética que parte de su provincia hacia todo el país. Lo hará si Nación no le gira 13.500 millones de pesos coparticipables que le pertenecen y le están siendo escamoteados. Hubo 22 gobernadores, de todos los colores políticos, que lo apoyaron. Milei bravuconeó desde su cuenta en la ex Twitter. Los amenazó mostrándole un artículo del código penal al que presentó con una leyenda de barrabrava más que de un presidente: “Hola Nachito y cómplices. Les paso algo del Código Penal”