El contenido del discurso de Milei durante el acto de lanzamiento de su partido, la Libertad Avanza, a nivel nacional estuvo lejos de ser reflexivo o mínimamente analítico sobre la realidad que vive el país en estos primeros diez meses de su gestión. La violencia fue, nuevamente, el centro de su escenografía verborragia. Por momentos tambaleando, descolocada de cualquier lógica esperable para un primer mandatario.
Quiso ingresar al escenario como una estrella del rock, gritando desaforadamente consignas que entrecruzó con las barras cercanas. Un ejército de guardaespaldas exageró la secuencias de instantáneas hasta que finalmente trepó a las tablas. Después, hubo una secuencia de consignas desarticuladas conceptualmente entre sí, por momentos muy grotescas, mezcladas con una visión del presente que solo él observa. Se desligó de la creciente pobreza e indigencia presente lanzando responsabilidades al pasado. Volvió a lanzar insultos desnudando su flaqueza como orador.
Con lenguaje acotado y llamativa idealización de la vehemencia Milei no solo ratificó en Parque Lezama que su estatura intelectual no se encuentra a la altura del cargo que ocupa, también se mostró como una de las postales más tristes que podemos observar los argentinos por estos días.
0 comentarios