Por Claudio Leveroni

Son tiempos donde no solo se ha corrido el eje para que lo cierto mute a mentira y viceversa, también sufrimos una desconsiderada influencia de personajes de escaso o nulo vuelo intelectual con dosis de llamativa perversión pública. El escenario de estos días va más lejos aún de aquella frase profética de Santos Discépolo, estampada en el tango Cambalache, afirmando que “los ignorantes nos han igualado”.

Tras un acuerdo con el FMI que no da para ningún tipo de celebración, como señaló el propio presidente Fernández, la coalición opositora que desgobernó entre 2015 y 2019 emitió un comunicado que reúne las condiciones del primer párrafo de esta nota. En la esquela Juntos por el Cambio considera positivo el acuerdo y reclama su pasó por el Congreso Nacional, lugar que en 2018 no utilizó para aprobar el brutal e irresponsable regreso al FMI con un crédito cuyo monto superó todos los antecedentes históricos tanto para nuestro país como para el organismo financiero internacional.

Bajo este retorcido razonamiento la titular del Pro, Patricia Bullrich, navegó con los propios leídos de un libro con hojas en blanco. “Nosotros nos hicimos cargo de nuestro acuerdo y este gobierno se tiene que hacer cargo del suyo” (sic). Explicar lo obvio siempre resulta ser lo más complicado, hacerse cargo de algo es bien diferente a una simple declaración.

Para los desprevenidos vale la aclaración. La deuda con el FMI sigue intacta. El gobierno ganó valioso tiempo, dos años y medio en los que habrá inquietantes revisiones trimestrales que sensibilizan los mercados financieros, y desembolsos equivalentes a los montos en vencimientos. Acaso, lo más valioso sea que no habrá ajustes tarifarios, tampoco jubilatorios ni reformas laborales. No es poca cosa.

La espada de Damocles sigue estando sobre la nuca de los argentinos. Los responsables del regreso a semejante clima espeso rebozan de buena salud sin dar explicaciones debidas del destino de esos 45.000 millones de dólares que se esfumaron sin siquiera dejar un puente o una red cloacal que justifique semejante endeudamiento. Se la fugaron sin más. Disfrutan en playas ajenas de eternas vacaciones. No hay causa penal que, al menos por ahora, los pueda jaquear. En buena proporción la inacción judicial es responsabilidad del gobierno. Debería haber promovido con más énfasis y desde el inicio de su gestión la investigación judicial de semejante hurto que encadena hacia adelante a generaciones de argentinos para quedar sellado como un delito de traición a la patria.

Es cierto, el poder judicial quedó atrapado en las redes de la trama que dejó endeudado al país y persiguió opositores, sindicalistas y empresarios. Hubo una caterva de magistrados que eligieron ser cómplices. La Corte Suprema ha sido parte de semejante ensamble. El martes una movilización impulsada por diversas organizaciones y personalidades se expresarán al respecto.

Quienes nada quieren que cambie y reposan sus intereses en una justicia que le garantiza fueros propios, ya anunciaron una respuesta a esta marcha para el jueves. Auguran que tendrán el respaldo de la ciudadanía más reaccionaria al gobierno. Tienen el apoyo de un conglomerado de medios que hace tiempo perdió el pudor informativo. Vienen desplegando falsas noticias sin que sus comunicadores se ruboricen. Falta periodismo, sobran interesados en engullir buenos ingresos para desplegar odio y mentiras. Medios que fueron, y aún son, el engranaje central para sostener el modelo endeudador y de persecución instalado bajo la tutela de la mesa judicial del gobierno de Macri.