Por Claudio Leveroni
La evolución tecnológica modificó sustancialmente el hábito en el consumo de noticias del ciudadano común. De aquel diario en papel que acompañaba el despertar de cada día, con noticias ratificadas en el desayuno radial, se saltó en un puñado de décadas a un formato y dinámica bien distinto. Dos características muy cuestionadas si las relacionamos con la calidad de pensamiento y proyección cultural que han instalado en todo ese tiempo.
La tan elogiada celeridad en el procesamiento del consumo de noticias no necesariamente representa un aporte de calidad en la elaboración racional de la información que recibe ese ciudadano común. Los formatos tecnológicos desplazaron el hábito de una lectura con pausas para la reflexión.
El proceso de penetración tecnológica influyó notablemente en el mundo que rodea al negocio de brindar información. En la actualidad son una raza en extinción los empresarios de medios periodísticos. Aquellos que en el siglo pasado representaron figuras como Natalio Botana, Roberto Noble, Héctor Ricardo García o Alejandro Romay, entre muchos otros que crearon exitosos medios de comunicación.
Empresarios que tenían distintas tendencias, pero coincidían en la valoración de la tarea periodísticas porque era la que permitía vender más ejemplares o tener más oyentes/televidentes. Eso impactaba también en la cotización de sus espacios publicitarios.
Agotar una edición de una publicación gráfica estaba ligada a una tarea periodística exitosa, a una investigación o primicia del medio. Eso repercutía no solo en la recaudación por la venta, también se reflejaba en la cotización de las tarifas publicitarias.
Aquellas características, que repercutían directamente en la calidad de periodismo que se ejercía, desaparecieron. Los medios de comunicación más influyentes en la actualidad están referenciados, salvo honrosas excepciones, en grupos económicos que tienen como objetivo la defensa corporativa de sus intereses. La tarea informativa que distribuyen está enfocada en esa referencia propia.
Las investigaciones periodísticas han quedado en desuso, o son utilizadas en la medida que sirva al interés del grupo mandante. Ya no importa tanto la venta de ejemplares o su recaudación publicitaria, eso pasó a ser un objetivo secundario. Al pertenecer a grupos económicos los medios de comunicación quedaron con la tarea de divulgar información que represente interés para ese colectivo de empresas. Un objetivo que sepulta la esencia misma del periodismo.
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