Por Héctor Gómez

A fines de 1800 Clara Sparghi, vivía en Bolonia en el norte mediterráneo de Italia, cuna del Partido Socialista Italiano. A solo 200 kilómetros en Ancona sobre la costa del Adriático, vivía Enrique Conditi, obrero y activo militante anarquista. Ahí se conocieron y años más tarde, por distintos caminos, se reencontraron en aquel Buenos Aires que festejaba el Centenario. Se casaron. Enrique había conseguido trabajos como albañil o pintor. Cuatro años más tarde tendrían su primer hijo, Cecilio Conditi. Dos mujeres y un varón más, fueron completando la familia. Don Enrique, conseguía buenos trabajos y eso les permitía vivir en una moderada holgura. Cecilio adolescente, junto con Enrique su hermano menor, acompañaban al padre, sin presentir que a poco de manera sorpresiva, el mismo moriría repentinamente frente a su casa, víctima de un ataque cerebral.

Transcurrían los duros años de 1930 y Clara, joven aún con 4 hijos, debió enfrentar la realidad de su dolorosa viudez. Debió hacer frente a una situación económica muy dolorosa y malvender aquella casa a medio terminar en Villa Pueyrredón. Vivían calle de por medio con una familia amiga, los Costantini que para Clara representaron un refugio frente a su dolor de madre, después de la muerte de su marido. Esta dolida historia fue reflejada años después por Humberto Constantini en su cuento; “Esa niebla lejana, inalcanzable”, porque junto a su madre siendo apenas un niño, asistió dolido a aquel derrumbe familiar provocado por la repentina muerte de ese padre.

Con 16 años y por los contactos que había generado Don Enrique, Cecilio consiguió algunos trabajos de obrero y luego de pintor en el Ministerio de Obras Públicas. Las ideas del padre, transmitidas en casa y en las tareas compartidas, enraizaron en Cecilio que, ya convertido en delegado de sus compañeros, junto a otros se sumaba a la corriente impulsada por un Coronel que hablaba de ayudar a los obreros.

En la CGT, aquel 17 de octubre histórico participa en un debate de largas horas marcando su posición; “Compañeros, nosotros ya hemos perdido un tiempo valioso y estos no son momentos de discutir sino de resolver lo que tenemos que hacer en defensa de nuestras conquistas que, están amenazadas por la reacción patronal… La declaración de huelga, será en defensa de las conquistas obreras y contra la oligarquía”, es apoyado ahí por Libertario Ferrari, sindicalista vinculado a Jauretche y FORJA, que agregaba; “Tenemos que aprovechar este momento favorable para nosotros, pues si no, habremos perdido la lucha por muchos años. La oligarquía está unida al comunismo y los comunistas pretenden quitarnos la dirección del movimiento obrero”.

Dirigentes sindicales, que esa noche, con la mayoría de 16 votos contra 11, convocaban para el día siguiente a una huelga general que el pueblo había decidido adelantar cubriendo la Plaza de Mayo. Reclamaban la libertad de ese Coronel Perón, que ya terminando la tarde desde un balcón de la Casa Rosada aconsejaba; “interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores que es lo único que puede hacer grande e inmortal la Patria… ¡Únanse…! Sean hoy más hermanos que nunca… sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse la unidad de todos los argentinos”. Aquel gobierno militar de Farrell decidió llamar a elecciones y por supuesto tanto Cecilio como sus compañeros de la CGT se sumaron al “aluvión zoológico” según el radical Sanmartino, que concretaría el triunfo de un gobierno popular el 24 de febrero de 1946. Un día después, Conditi cumplía 32 años.

Pocos días después junto con Libertario y otros compañeros representando a la CGT asisten en Méjico a la Conferencia Interamericana del Trabajo manejada por la central norteamericana AFL. Ferrari protagonizó ahí un duro enfrentamiento con el sindicalista mejicano Vicente Lombardo Toledano, quien finalmente, aliado con el norteamericano George Meany consigue excluir a la CGT argentina del documento final. Conditi, sigue militando, a su regreso, como delegado de sus compañeros de Obras Públicas hasta 1947 donde la CGT lo designa interventor de la Asociación Obrera Textil en conflicto.

Fueron tiempos donde los representantes gremiales construirían un importante y fuerte vínculo con Evita muy comprometida con el movimiento obrero. Una dura e histórica huelga de FATIA, que nucleaba a trabajadores de la industria gráfica, dirigida por militantes comunista, obliga a una nueva intervención de la CGT. Conditi es designado interventor y consigue luego de extenso trabajo organizar un Congreso unificador y firmar el primer convenio colectivo de alcance nacional con la designación del 7 de mayo como “Día del gráfico” Representante de la Capital Federal para la Convencional Constituyente Conditi firmará la Reforma de la Constitución de 1949, que incluía notables y nuevos derechos , derogados luego por la mal llamada Revolución Libertadora.

Años después, el 17 de marzo de 1953, se inaugura la UON, Universidad Obrera Nacional (hoy Universidad Tecnológica Nacional). Conditi será designado su primer Rector junto al Ing. Pascual Pezzano como Vicerrector. Perón pone en marcha al crear esa institución universitaria, formadora de ingenieros de fábrica, la idea de conjugar lo académico con la práctica del trabajo. “Nuestra querida argentina vivía en un estado semicolonial donde los trabajadores, hombres del pueblo, no eran considerados con el derecho a una mayor y mejor capacitación”. Con estas palabras expresaba Conditi la idea fundacional de esa Universidad.

Reconocido hincha de Chacarita Juniors Conditi es llamado más adelante para ocupar la presidencia de la AFA. En esa función, de viaje por Europa para acordar con la FIFA la participación argentina al mundial del 58, lo sorprende la “Revolución Libertadora”. Regresa al país y el General Lonardi, presidente del nuevo gobierno, pasados dos meses intervendrá el futbol nombrando en su reemplazo a Arturo Adolfo Bullrich, que no tenía nada que ver con ese deporte pero si un apellido tristemente ligado a nuestra historia pasada y presente.

Sin problemas aparentes Cecilio vuelve a su vida y a recuperar su antigua actividad, hasta el fallido golpe del General Valle en Junio de 1956, reprimido brutalmente por Rojas y Aramburu. Involucrado sin razón con el golpe es alojado en una celda del penal de la calle Caseros. Recupera la libertad tiempo después y vuelve a su oficio por varios años.

Con la vuelta del peronismo, en 1973, retoma sus funciones en la ahora UTN, procurando además asistencia económica y gremial a los obreros víctimas de la quiebra dolosa de La Bernalesa del Grupo Bemberg. Muere Perón, Isabel Martínez ahora a cargo del Ejecutivo nombra en Economía a Celestino Rodrigo quien produce un verdadero caos económico y político. La CGT ante esa situación perjudicial para los trabajadores propone a Conditi como Ministro de Trabajo.

Un país agitado por conflictos y muertes obliga más tarde a la renuncia del superministro José López Rega. Esa inestabilidad afecta toda la actividad económica generando conflictos gremiales que obligan también a la renuncia de Conditi. Vuelve a la vida civil pero el terrible y sangriento golpe militar de marzo del 76 lo obliga a refugiarse en el anonimato. Flaco, triste y con barba trata de disimular entre la gente su condición de peronista y de ex funcionario. Tanto es así que al encontrarlo un viejo compañero por una calle del centro, casi en un susurro Cecilio le dice; “seguí y ni me saludes por favor”. Años después, dolido por esa condición de perseguido, muere a los 69 años de edad. Se llamaba Cecilio Conditi. Fue un dirigente gremial, fue un peronista y fue un luchador por sus ideas.