La brutalidad es un sello distintivo del gobierno nacional. No solo refiere ese calificativo a los desbocados contenidos de los discursos del presidente Milei. Calificativos de igual intensidad que suele referir el primer mandatario se escuchan en discursos de varios de sus ministros como Patricia Bullrich o Luis Caputo.
Este miércoles el ministro de economía ante empresarios reunidos en el coloquio de IDEA en Mar del Plata desplegó, con particular sorna e ironía con modismos de clase alta, algunas frases desbordadas de adjetivos y carentes de contenidos. Una de ellas lo coloca en la obligación de realizar una denuncia penal dada su condición de funcionario público. Fue cuando habló del financiamiento universitario, cuya ley fue recientemente vetada por el presidente.
«Hay que auditar porque sabemos que se afanan la plata de las universidades» aseguró con tono canchero ante los empresarios. Descalificar es una forma recurrente del gobierno para construir adhesión política, hay un sector muy embrutecido de la sociedad dispuesta a escuchar estas sandeces, a consumirlas y difundirlas. Actitud emparentada con la contaminación que representa el virus del odio y el individualismo dominante como mensaje social de época.
Lo cierto es que, análisis socio cultural aparte, el ministro Caputo deberá demostrar en la justicia semejante acusación de robo que recae sobre las autoridades universitarias.
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