En una final épica, digna de ser exportada, River gano el superclásico ante Boca y se consagró en el estadio del Real Madrid como el mejor de América. 

River Plate celebró hoy un triunfo para toda la vida, un éxito que permanecerá intacto en la memoria a través de los tiempos, por alcanzar la cuarta Copa Libertadores de su historia con una victoria en tiempo suplementario ante Boca Juniors por 3-1 en el mítico Santiago Bernabéu de Madrid.

El equipo de Marcelo Gallardo se sobrepuso con hombría a un primer tiempo adverso en el que su rival sacó ventaja con gol de Darío Benedetto a los 43 minutos y desde el segundo período se hizo dueño de la final desterrada del Monumental.

Lucas Pratto marcó el 1-1 parcial a los 22 minutos del segundo tiempo y en el tiempo extra el colombiano Juan Fernando Quintero (108m.) y Gonzalo “Pity” Martínez (121m.) le dieron el cierre soñado a la fría noche en España.

El mítico Bernabéu de fondo, grandes personalidades del fútbol mundial en sus palcos y una organización con tono de Champions League, pero matizada por la sana pasión de los argentinos que llegaron a la casa del Madrid.

Ese marco inmejorable y a la vez triste para la memoria del fútbol sudamericano fue el que tuvo la superfinal desde el pitazo inicial del uruguayo Andrés Cunha y fue también el que redujo a los jugadores a un conjunto de voluntades nerviosas, propensas a trabar con fiereza antes que a liberarse para elaborar fútbol.

Hubo pocas emociones en un primer tiempo desbordante de tensión, con muchos errores en pases de corta distancia, controles fallidos y entradas a destiempo, lo que le quitó fluidez al juego.

River mostró desde el primer minuto una postura algo más ofensiva que no pudo traducir en superioridad por las continuas falencias de ejecución y Boca eligió un planteamiento más conservador, con el que se adaptó mejor al partido.

Cristian Pavón y el colombiano Sebastián Villa fueron falsos delanteros y retrocedieron para formar una línea de cuatro con Nandez y Pablo Pérez, por delante de Wilmar Barrios, una suerte de mediocampista líbero.

La propuesta “xeneize” fue esperar, tapar todo el ancho de la cancha y salir de contra para sorprender a una defensa que no se mostraba segura, especialmente en la zaga compuesta por Jonatan Maidana y Javier Pinola.

Con esa estrategia generó algunas pelotas paradas que le reportaron dos ocasiones de peligro, ambas desperdiciadas por su capitán Pablo Pérez. La primera de ellas, a los 10 minutos, devino de un córner que Maidana cedió con una pifia y terminó en una volea del rosarino que encontró bien ubicado a Franco Armani.

La segunda llegó de un tiro libre de Benedetto que rebotó en la barrera y encontró a Pérez nuevamente libre en el área para conectar un remate que pasó muy cerca del arco “millonario” tras un cruce salvador de Milton Casco.

River no encontraba conexión entre sus piezas ofensivas: el “Pity” Gonzalo Martínez estuvo aislado en el sector izquierdo, el chico Exequiel Palacios atado por el contexto e Ignacio Fernández con poca rebeldía para trascender.

El descanso se acercaba cuando Esteban Andrada paralizó los corazones boquenses con un error de salida, pero River no gestionó bien esa gentiliza y en la jugada siguiente Boca se puso en ventaja con un contraataque letal.

Hubo un enorme mérito del uruguayo Nández, que en un homenaje a Juan Román Riquelme, colocó un exquisito pase filtrado entre los centrales. La pelota sobró a Pinola, Benedetto eliminó la marca de Maidana, se perfiló ante Armani y colocó la pelota sobre el palo izquierdo antes de quedar inmortalizado por todas las cámaras.

River jugó un primer tiempo para que Marcelo Gallardo diera una charla que llegara a la fibra íntima del jugador, algo que para peor no podría suceder por la sanción que Conmebol le aplicó al entrenador “millonario”, quien siguió el partido desde uno de los palcos del Bernabéu.

De todos modos, alguna tecla logró tocar Matías Biscay, su principal ayudante, para provocar una reacción leve -es cierto- que se pudo comprobar rápidamente tras una combinación entre Nacho Fernández y Pratto, que terminó con un buen disparo del mediocampista sobre el arco de Andrada.

Boca estuvo más preocupado por defender la diferencia que por contraatacar y a los 15 minutos resignó al “Pipa” Benedetto para el ingreso de “Wanchope” Ábila.

River se hizo dueño del partido y a los 10 minutos ocurrió la jugada más polémica de la noche madrileña por un choque entre Andrada y Pratto dentro del área que pareció más penal que falta del delantero, quien llegó antes a la pelota.

Cunha mantuvo la incógnita sobre su decisión mientras que se recuperaba el arquero y sin consultar el VAR determinó falta en ataque.

Después de ello, Biscay ordenó el ingreso del colombiano Juan Fernando Quintero para incrementar la fluidez del juego, aunque fue la mejoría de Nacho Fernández el factor más importante para que River llegar al empate.

El ex Gimnasia y Esgrima La Plata articuló la jugada del 1-1. Arrancó por derecha, primero conectó con “Pity” Martínez y luego asistió a Pratto, que sólo tuvo que tocar la pelota al gol con el arquero ya descolocado.

El tramo final de los 90 reglamentarios fue de mucho estudio y prevaleció el temor a un error fatal, por lo que se consumieron en un intercambio de avances muy controlados, más fáciles de neutralizar para los defensores.

Al comenzar el tiempo extra Boca recibió una mala noticia que terminó de condicionarlo para el resto del partido: la expulsión de Wilmar Barrios por una dudosa segunda tarjeta amarilla.

En inferioridad numérica y con algunos jugadores tocados físicamente (Nández, Buffarini y “Wanchope” Ábila), el equipo de Guillermo Barros Schelotto no tuvo otro libreto que aguantar hasta los penales.

La sensación que se consolidó en el Bernabéu fue que River tenía servida la posibilidad de ganar la Copa en el tiempo extra y el equipo asumió esa responsabilidad con un dominio muy marcado, que pudo cristalizar en los quince minutos finales.

Quintero, de poca efectividad desde su ingreso, se despachó con un golazo desde afuera del área y provocó el descontrol de Boca para las últimas jugadas.

Su arquero Andrada terminó jugando fuera del área cuando todavía faltaban más de cinco minutos y Boca presionaba por el empate ya con Carlos Tevez en cancha. En una de las últimas acciones, como respuesta a un ataque de Boca, “Pity” Martínez encaró el arco “xeneize” y sin resistencia anotó el gol que fue el cierre perfecto para la noche más soñada para todos los “millonarios”.