La determinación del Presidente Javier Milei de pegar un portazo rechazando el ingreso de nuestro país a los BRICS mereció el rechazo desde dentro y fuera de las fronteras de nuestro país. La decisión se enmarca en la tendencia, ciertamente sobredimensionada, de unir los intereses argentinos en la guía que direccionan Estados Unidos e Israel.
El ex canciller Santiago Cafiero señaló que “es romper la tradición integracionista de la Argentina por prejuicios ideológicos y sin beneficio alguno. En un mundo multipolar, ser parte significa sumarse a un grupo de países claves para el desarrollo económico que representan un PBI mayor al del G7”.
Desde Rusia Vladimir Putin lamentó la decisión, en tanto que el jefe del comité de Relaciones Internacionales de la Duma o cámara de diputados de ese país, Leonid Slutski, comentó “sólo puedo lamentar la oportunidad perdida por Buenos Aires”. Sin embargo, aclaró que Rusia no ha cerrado las puertas a negociaciones bilaterales.
La canciller Diana Mondino aseguró que no adherir a los Brics es una cuestión “práctica”, aclarando que se mantendrán las relaciones comerciales con los países miembro de ese bloque que representan el 23% del PBI global y el 42% de la población mundial, un mercado que acapara cerca del 30% de las exportaciones argentinas.
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