Tras la situación caótica que el martes sufrieron los adultos mayores que fueron a vacunarse a los tres centros que ese día estuvieron habilitados por el gobierno porteño (Luna Park, La Rural y San Lorenzo) las autoridades reagendaron los turnos y abrieron cinco nuevas sedes dejando para los trabajadores de la educación otros cuatro centros que se distribuyen en la geografía local.

Una recorrida de CP por algunos de esos centros de vacunación certificó que la situación se ha normalizado. Sin embargo, tras una consulta realizada a un agente responsable sorprendió saber que en los primeros días que se implementó la vacunación se presentaron dudas sobre el destino que deberían tener las dosis sobrantes. Esta situación se presenta al terminar cada jornada. Casi siempre quedan dosis que no pueden se guardadas después de abrirse el habitáculo que las retiene. Las vacunas deben ser inoculadas en un plazo no mayor de seis horas.

El primer día que esto sucedió el ministro Fernán Quirós dio la orden de destruirlas. La resistencia de otros funcionarios a semejante determinación generó el inmediato armado de un protocolo de recolección de las dosis que diariamente sobran. Su destino final no pudo ser determinado por el interlocutor consultado por CP quien aseguró que no se destruyeron vacunas ya que en esos primeros días se las aplicaron a personal que atiende en los distintos centros. El interrogante que queda es saber a quién se le aplican las dosis recolectadas en las distintas sedes.