Aunque parecen mullidos son extremadamente incómodos. Engañan a la vista de cualquiera, quizás sea este su mejor atributo. En realidad estos bancos públicos que se observan en las veredas porteñas desde hace varios años, están realizados con hormigón armado y aluminio anodizado con agujeros para el drenaje del agua, las patas son de hierro. El gobierno de la ciudad se los compró a dos diseñadores industriales que están al frente, desde 2008, del Grupo Bondi. Son lo suficientemente incómodos como para no tentar recostarse a los cientos de vecinos de la ciudad que viven en las calles.