Con la presencia de varios presidentes de la región, entre ellos Alberto Fernández, este domingo Gustavo Petro se convirtió en el presidente de Colombia para los próximos cuatro años, tras jurar ante los presidentes del Senado, Roy Barreras, y de la Cámara de Representantes, David Racero, en un ceremonia al aire libre en una colmada Plaza de Bolívar. 

En la nómina de invitados especiales que Petro nombró uno por uno con nombre y apellido, antes de comenzar su primer discurso, además de los Jefes de Estado presentes y demás autoridades,  a trabajadores representados en un pescador, un campesino, y una barrendera.

En su mensaje inaugural Petro destacó la necesidad de pacificar el país definitivamente recordando que fallecieron más de 800 mil personas en los últimos años culpa de las divisiones y una guerra contra la droga no dejó resultados positivos. “La paz es posible si se cambia la política contra las drogas“, señaló para sentenciar que “la guerra contra las drogas a fracasado rotundamente, fortaleció las mafias y debilitado a los Estados”.

También refirió a la enorme desigualdad que existe en el país con una minoría que acumula grandes riquezas mientras la pobreza abraza a la mayor parte del pueblo trabajador. “La igualdad es posible si somos capaces de generar y distribuir más justamente riquezas” planteó adelantando que propondrá una reforma tributaria que lleve justicia.

Petro hizo un llamado a las grandes potencias a quienes señaló como principales responsables del cambio climático, mientras esta región de América del sur aporta soluciones desde el mantenimiento de bosques y selvas.  “Donde está el fondo mundial para salvar a las selva”, se preguntó reclamando cambiar la deuda externa por el cuidado de la amazonia que genera oxígeno al mundo

Finalmente, dejó un mensaje claro en la búsqueda de la igualdad de género combatiendo la disparidad de ingreso entre varones y mujeres y prometió, “vamos a recuperar lo que se robaron y combatir la corrupción” poniendo énfasis en los controles que pondrá sobre los miembros de su gestión sobre quienes no tendrá “miramiento” ante cualquier hecho corrupto.