Por Claudio Leveroni
Los caminos para comprender porqué Milei dedicó especial atención a atacar a Lali Esposito, resultan ser un laberinto de intrigantes definiciones. Se sabe, el presidente tiene serias dificultades para mantener su oratoria sin desplegar calificativos de particular violencia contra quienes no piensan como él. Lleva más de dos meses en Casa Rosada y parece no terminar de asumir que ya no es un candidato, que no es un personaje secundario de la política local.
En un siglo donde escasean líderes positivos que tengan expansión masiva Milei optó por degradar a una mujer joven que tiene millones de seguidores en redes sociales y un número superlativo que la sigue en cada una de sus presentaciones. No parece tácticamente lógico esa confrontación realizada en términos asimétricos, atento al poder que representa ser el primer mandatario. Un aire adolescente lo motiva, es el festejo adulador de sus ocasionales interlocutores.
Milei hace de la confrontación un estilo de conducción política. No parece reconocer límites en ese sentido. El fracaso parlamentario con el proyecto de ley «ómnibus», que para cualquier mediano buen observador era algo cantado, le permitió desplegar acciones y duros calificativos contra gobernadores a quienes amenazó con «dejarlos sin un peso» acusándolos de darle la espalda para defender sus mezquinos intereses. Puso en marcha la quita de subsidios sensibles como el que recibe el transporte público. También optó por mirar para otro lado cuando se habla de la paritaria docente nacional y del caducado Fondo de Incentivo Docente, que representó hasta diciembre el 10% del salario que reciben 1.650.000 maestros y profesores de todo el país.
Desde las provincias respondieron. En algunos casos lo hicieron con cierta elegancia, como la del salteño Gustavo Sáenz que lamentó las “agresiones, descalificaciones y faltas de respeto» de Milei. Otros fueron más a fondo, es el caso del vicegobernador de Río Negro, Pedro Pesatti que amenazó al Gobierno nacional con dejarlo “ sin petróleo, sin gas y sin energía hidroeléctrica”. Pesatti fue uno de los diez vice de provincias que dieron a conocer un documento pidiéndole «al presidente Milei que deje de tener de rehenes a las y los argentinos en sus batallas políticas y que no atente contra su calidad de vida como lo está haciendo”. El próximo martes el ministro del interior, Guillermo Francos, buscará poner paños fríos a la confrontación. Se reunirá en Salta con varios mandatarios buscando pacificar el momento.
La política de confrontación de Milei parece ir más lejos aún, apunta contra un peso pesado. Según da cuenta este domingo el sitio Dataclave, el presidente está evaluando «una ofensiva fiscal contra el Grupo Clarín». Sostiene esta hipótesis a partir de un informe de Gotham City, un medio digital de Suiza especializado en investigaciones, que bajo el título “Ofensiva fiscal contra los dirigentes del grupo de prensa argentino Clarín” asegura que el Gobierno argentino planea avanzar contra el directorio del poderoso grupo mediático por sospechas de fraude fiscal.
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