Antes del martes negro, que sobrepasó los 35 mil infectados e instaló el récord de 745 fallecidos, ya se observaba resignación en la administración porteña a aceptar y cumplir las restricciones del DNU que vendrá. Ahora, mucho más. La última cifra de nuevos contagios por covid taló la resistencia, descartan que esta vez se reforzarán controles y suspenderán las clases presenciales en los colegios de la ciudad a partir del lunes. Dentro de la alianza capitalina gobernante no todos están de acuerdo con esto. Los más talibanes en reconocer el error que costó vidas pertenecen al Pro. Para la nueva etapa proponen llevar virtualidad escolar solo a los secundarios, quieren mantener la primaria como está.
Larreta no parece estar convencido de mantener un clima tenso con el gobierno nacional. Da señales de cambios en su estrategia y comenzó a dar gestos. Dos de sus funcionarios, Fernán Quiros y Felipe Miguel, asistieron a la cumbre en la Casa Rosada para diseñar el nuevo mapa de restricciones que regirá desde el sábado. Se mostraron en sintonía con sus pares de provincia y nación. Mucho más que los anteriores encuentros. Llegaron a Balcarce 50 teniendo un adelanto de los números que se harían público más tarde. En la salida de la reunión se cruzaron con Larreta ingresando para un encuentro por los dividendos que recibe la Ciudad por el traspaso de la seguridad que se concretó en tiempos de Macri. Había faltado a las tres invitaciones anteriores por este mismo tema. Asistir al cuarto llamado fue un gesto de tregua que, ahora, el Jefe de gobierno deberá sostener ante los más extremistas dentro de su alianza.
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