Por Claudio Leveroni
Hay una crisis relacionada a un cambio cultural que atraviesa buena parte de un mundo donde se encuentra también nuestro país. No es patrimonio argentino, aunque Milei quiera adjudicarse la autoría. Son cambios de valores relacionados a la conducta de las personas y la consideración del otro. Se fortaleció el individualismo más egoísta en paralelo a un embrutecimiento que busca anular el desarrollo de ideas de crecimiento comunitario basado en la solidaridad.
El presidente Milei expresa este formato de época en forma cruda y taxativa. No admite discusión sobre esa base de su realidad que, si bien la presenta bajo un formato de plan económico es un nuevo diseño cultural alejado de todo principio solidario. Lo expresa sin vueltas asegurando que «la justicia social es una aberración», como lo afirmó semanas atrás en la sede del Banco Interamericano de Desarrollo, en Washington. Una afirmación que reiteró en distintos ámbitos con las características primarias que envuelven sus expresiones.
La confrontación brutal es un estilo en el diseño discursivo del primer mandatario. En ese contexto identifica con calificativos muy agresivos nunca antes utilizados por un presidente en ejercicio. Define como «hijos de puta» a quienes ejercen acciones en defensa de principios opuestos a los suyos. Así los tildó públicamente en varias ocasiones.
Milei reitera una y otra vez que la Justicia Social es «aberrante» porque representa robarle a alguien para darle a otro y eso la transforma en un trato desigual frente a la ley. Un concepto de profunda raíz cultural diseñado a medida de los intereses de un sector minoritario e históricamente empoderado en nuestro país que ha logrado ampliar su base de sustentación social en los últimos años. Bajo este esquema estorba un Estado presente que intente equilibrar desigualdades sociales.
Acaso, lo más significativo de este retroceso cultural de época es que un sector de nuestra población está dispuesta a aceptar a la desigualdad social como un proceso de natural decantación humana alejada de todo principio solidario. Un tamiz para descartar a empobrecidos que no merecen vivir con mejores condiciones de vida.
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