La Argentina anterior y posterior a 1945

Hay un precandidato a presidente que lanzó una propuesta planteando, literalmente, retroceder en el tiempo. Se trata de Horacio Rodríguez Larreta quien expresó el lunes último que el país debe volver a ser el «de la primera mitad del siglo pasado».

La frontalidad brutal con la que se expresa Larreta describe el tiempo político que vive el país, acaso también el mundo. Hay un público expectante a mensajes que apunten al retroceso de derechos sociales básicos ganados en nuestro país a partir de 1945. Ese es el lado triste de la noticia. Personas que gozan de esos beneficios, como el aguinaldo, vacaciones pagas, indemnización por despido, ocho horas laborales y extras pagas, que en estos días se inclinan por candidatos que representen la antítesis de esos derechos ganados.

Bajo esta postal de época es atinado ejercer la tarea de repasar el antes y después de 1945, es decir el antes y después de la irrupción de Perón en la vida política de nuestro país.

Para comenzar ese ejercicio de memoria histórica hay que detenerse primero en el 27 de noviembre de 1943 cuando Ramón Castillo, a cargo del Poder Ejecutivo Nacional, nombró al frente de la flamante Secretaría de Trabajo y Previsión a Juan Domingo Perón

Las primeras acciones que hizo Perón desde la Secretaría fue terminar con dos conflictos pesados. El paro de los trabajadores del gremio de la carne, que finalizó cuando liberaron al dirigente comunista José Peter, y se consensuó el aumentó de los salarios para trabajadores de este sector incluyendo mejoras en las condiciones laborales incorporadas al convenio. El segundo conflicto resuelto fue negociar con éxito los reclamos de la Unión Ferroviaria y La Fraternidad.

Pocos meses más tarde Perón lograría imponer un extraordinario derecho para uno de los sectores productivos más vulnerables y postergados de aquella sociedad. El 17 de octubre de 1944, nacieron los 29 artículos del decreto 26.169, El Estatuto del Peón de Campo.

La nueva reglamentación establecía, entre otras cosas, mejoras notables en los sueldos de la peonada; descanso de 30 minutos para desayunar; descanso dominical obligatorio, prestaciones de alojamiento, asistencia médica, farmacéutica y alimentación a cargo del patrón. Estableció también que aquellos trabajadores de campo con tareas a la intemperie deberán ser provistos por cuenta del empresario, de trajes y calzado adecuado. Para quienes ordeñen, esa tarea debe ser bajo tinglado y al amparo del viento. Los peones con antigüedad superior a un año no podrán ser despedidos sin causa justa.

Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Perón profundizó el rol del Estado como mediador de conflictos laborales. Aportó una medida revolucionaria para esa Argentina: los Tribunales del Trabajo. Los integrantes de la Corte Suprema pusieron el grito en el cielo. Se plantaron en pie de guerra contra esa determinación, se negaron a tomarle juramento a los primeros jueces del fuero laboral, calificando a esos juzgados de anticonstitucionales.

Aquella Secretaría de trabajo que condujo Perón multiplicó los convenios colectivos, decretó el sueldo anual complementario, las vacaciones pagas, la indemnización por despido y miles de obreros fueron sumados al sistema previsional. La respuesta del poder concentrado no se hizo esperar. Las presiones a Perón llegaron desde el propio gobierno buscando que desande el camino de las reivindicaciones de los trabajadores. Perón no aceptó dar ni un solo paso atrás.

El 10 de octubre renunció a la Secretaría de Trabajo y Previsión. Se despidió con un discurso dado desde un palco improvisado en Perú entre Victoria y Julio Roca. Poco después de las 19:30 y ante una multitud de trabajadores se dirigió a todo el pueblo argentino resaltando las conquistas logradas.

El mensaje de Perón motivó el pedido de su detención que se produciría tres días más tarde. Fue llevado al presidio naval de la isla Martín García, y en la madrugada del 17 de octubre se lo trasladó al Hospital Militar desde donde siguió los acontecimientos que derivaron en la histórica jornada bautizada como el día de la lealtad. Miles de trabajadores se movilizaron espontáneamente desde el cordón del Gran Buenos Aires hacia Plaza de Mayo pidiendo por Perón.

Aquella jornada representó una bisagra, un antes y después en Argentina. Larreta desempolva con sus dichos de estos días el sueño de la oligarquía vernácula. Lo que había antes de 1945 era un puñado de familias adineradas que venían manejando al país. Representaban intereses propios a nombre de las potencias dominantes en la geopolítica mundial. Lo supo definir con extraordinaria precisión Arturo Jauretche como el ‘Estatuto legal del coloniaje’, un mecanismo destinado a impedir el progreso del país.

Las políticas coloniales se repiten en el tiempo. Sus representantes cambian, pero los mecanismos son similares. El 1 de julio de 1824 la administración de Bernardino Rivadavia firmó en Londres con la Baring Brothers la toma de un crédito por 1 millón de libras esterlinas al 6% anual que debía quedar cancelado hacia 1860. Buenos Aires garantizó ese préstamo con sus bienes, rentas, tierras y territorios.

Los gestores de aquel crédito fueron todos integrantes de la clase alta porteña: Braulio Costa, Félix Castro, Miguel Riglos, Juan Pablo Sáenz Valiente y los hermanos ingleses Parish Robertson. Entre todos se llevaron 120.000 Libras del monto total del crédito en carácter de comisión. Descontadas las comisiones de los seis gestores, los gastos de emisión y varias cuotas adelantadas, llegaron a Buenos Aires sólo 570.000 libras. Argentina terminó pagando 90 veces más el monto de esa deuda cuando la canceló 80 años más tarde, en 1904.

Como dato aleatorio, altamente significativo por el parentesco ideológico, señalamos que la toma de deuda pública en los 200 años de nuestro país tiene tres enormes mojones identificatorios: el de la Baring Brothers de 1824; durante la dictadura cívico militar de 1976, que acumuló 45.000 millones en los siete años que se mantuvo; y la que asumió Mauricio Macri con el FMI en 2018.

Ubicar preferencias por el modelo de país que regía antes de 1945 refiere también a un deseo de retomar políticas conservadoras que dominaron el escenario argentino durante la primera mitad del siglo XX. Este período incluye la llamada década infame, así definida por las elecciones fraudulentas que hubo sumado a escandalosos casos de corrupción. Se inició el 6 de septiembre de 1930 con el golpe de Estado cívico-militar que derrocó al presidente radical Hipólito Yrigoyen y finalizó el 4 de junio de 1943 con el golpe de Estado militar que derrocó al presidente conservador Ramón Castillo.

El 10 de mayo de 1933, dentro de esa década infame, se firmó el pacto Roca-Runciman entre la República Argentina y el Imperio Británico. Un acuerdo denigrante para los intereses de nuestro país por el cual Argentina entregaba el 85% de su exportación cárnica que debía pasar por frigoríficos extranjeros. El 15% restante sería exportado por empresas argentinas, pero con la obligación de ser colocado en el mercado mediante buques y comerciantes ingleses. También se le concedió a Inglaterra el monopolio de los transportes en la Capital Federal, a través de la Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires, contrariando el interés de miles de propietarios de colectivos, tan convenientes para la urbe en expansión.

La política colonial de los gobernantes argentinos de la década infame se reflejó de forma grosera en una cena de recepción y homenaje a la delegación inglesa. Julio Roca (h) dijo sin ruborizarse que la Argentina era desde el punto de vista económico una parte integrante del imperio británico. Otro miembro de la delegación, el director de los Ferrocarriles ingleses en Argentina no se quedó atrás y dijo a su turno de hablar que “la Argentina es una de las joyas más preciadas de su graciosa majestad”. Esta era la argentina anterior a 1945, la que refiere el precandidato presidencial Larreta.

Cuando Perón se despidió de la Secretaría de Trabajo y Previsión, el 10 de octubre de 1945, señaló: “no se vence con violencia, se vence con inteligencia y organización”. La pueblada del 17 de octubre le permitió establecerse como el principal referente de un modelo de país capaz de organizarse para crecer y distribuir sus riquezas equitativamente. Bajo ese estigma encaminó su postulación presidencial para las elecciones del 24 de febrero de 1946. Su principal adversario no estaba en una boleta opositora, era un extranjero. El embajador de Estados Unidos Spruille Braden.

En mayo del ’45, Spruille Braden, llegó a Buenos Aires para desempeñarse como embajador estadounidense en reemplazo de Norman Armour. Lo primero que hizo fue bloquear, ante el Departamento de Estado norteamericano, un envío de armamento al Ejército argentino.

A dos meses de su arribo a la Argentina, Braden reunió a miles de personas en Plaza San Martín. Un acto proselitista en contra de Perón. El 21 de julio Braden disertó en la Universidad del Litoral de Santa Fe y a su regreso, miles de personas lo esperaban en Retiro; entre ellos María Paz Anchorena, Alberto Giménez Zapiola, José Cantilo, Otto y Federico Bemberg y Adolfo Bioy Casares.

El “New York Times” dedicaría una extensa nota para elogiar al embajador estadounidense en nuestro país. “Los argentinos ovacionaron a Braden. Una multitud de prominentes ciudadanos, brindó espontáneo homenaje”, reflejaba el diario. Braden se movía en el país como en su casa. Hacía discursos, participaba de actos de la Unión Democrática, la fuerza política opositora a Perón.

Braden o Perón fue un slogan que se expandió enseguida por toda la república. Indudablemente fue un gran acierto en el marketing electoral del peronismo. “Braden fue el que más nos ayudó para ganar las elecciones, con su conducta, con su intervención abierta y descarada dentro del panorama político argentino” comentaría Perón años más tarde.

La irrupción del peronismo en 1946 se extendió hasta 1955. En esos nueve años hubo una refundación de Argentina poniendo los intereses de las grandes mayorías como principal objetivo. En el primer año de gestión se nacionalizó el comercio exterior, con la creación del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio. El aguinaldo, que desde 1937 regía solo para los obreros de la industria, se amplió a todos los trabajadores

El 30 de octubre de 1946 se aprobó la Ley bonaerense 5.096 estableciendo la obligatoriedad del Jardín de Infantes para niñas y niños de 3, 4 y 5 años. Entre 1946 y 1952, Ramón Carrillo inauguró casi 500 hospitales con el apoyo de la Fundación Eva Perón. Se construyeron policlínicos en Avellaneda, Lanús, San Martín, Ezeiza, Catamarca, Salta, Mendoza, Jujuy, Santiago del Estero, San Juan, Corrientes, Entre Ríos y Rosario. Con el impulso de Ramón Carrillo, un tren sanitario recorría la Argentina durante cuatro meses al año. Esta iniciativa aún perdura y hasta fue sostenida por el gobierno de Mauricio Macri.

En 1947 Perón dio a conocer el primer Plan Quinquenal. Una planificación de obras de Gobierno hasta 1951. Entre otras obras se inaugurarán desde 1949 a 1954 37 diques. Ese año se establecieron los Derechos del Trabajador: El derecho al trabajo, a una justa distribución, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo y de vida, a la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la familia, al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales.

También en 1947 se crea SOMISA tras la aprobación del Plan Siderúrgico Nacional, impulsado por el general Manuel Savio. Se aprueba el voto femenino, y por decreto presidencial se establece la obligatoriedad de pasar películas nacionales en todas las salas cinematográficas del país. También se sanciona la Ley de Fomento de la Vivienda y se construye el Pulqui, un avión a reacción íntegramente diseñado y construido en el país. Con el Pulqui Argentina se convirtió en uno de los seis países del mundo capaces de volar sus propios aviones a chorro.

En 1948 se crean el Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias y la Universidad Obrera Nacional. Se sancionan la ley de Defensa de la Riqueza Forestal y la Ley de Propiedad Horizontal, que reguló el mercado inmobiliario. Durante el primer Plan Quinquenal se construyó medio millón de viviendas. En la Ciudad se hicieron barrios enteros con chalets o monoblocks para los trabajadores. Este año también se nacionaliza el servicio telefónico creando la Empresa Nacional de Telecomunicaciones; el mismo destino tienen los Ferrocarriles, el gas y las usinas eléctricas.

En 1949 se reforma la Constitución Nacional, se establece la gratuidad de la Universidad; se construye el gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires y se crea el Ministerio de Salud. Su titular Ramón Carrillo anunció la erradicación del paludismo, el tifus y la brucelosis. Durante su gestión se creó EMESTA, la primera fábrica nacional de medicamentos, que funcionaba en el Instituto Malbrán y producía medicinas un 70% más baratas que las de los laboratorios privados.

En 1950 se creó Aerolíneas Argentinas y se inaugura el aeropuerto de Ezeiza, en esos momentos el más grande del mundo. También se crea la Comisión Nacional de Energía Atómica. Al año siguiente, en 1951, queda inaugurado el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (foto), el antecedente directo del CONICET, y se da creación al Instituto Antártico Argentino

En 1952 se puso en funcionamiento la Planta de Tolueno Sintético en Campana; se estatizó la Compañía Argentina de Navegación, el antecedente directo de ELMA y Argentina comenzó a fabricar el Rastrojero. En 1953 se inaugura el Astillero Río Santiago y el país logra fortalecer su independencia económica al producir todo el carbón, aluminio, gas y petróleo que consumía. Uno de los resultados de estos logros daba cuenta en 1954 que los salarios se habían triplicado y la renta nacional duplicado. La mortalidad infantil bajó del 90 por mil existente en 1943 al 56 por mil en 1955.

Reclamar volver a tener una argentina anterior a 1945 es toda una definición ideológica. Posiciona al personaje en cuestión como representante de intereses concentrados alejados de aquellos derechos ganados con posterioridad a esa fecha. Repasar lo que sucedió antes y después del 45 ahora, es tarea del ciudadano que irá a las urnas este año. Allí definirá si volvemos a políticas coloniales de endeudamiento o nos atrevemos a pensarnos como un país soberano.

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