La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) realizó con un “100% de éxito” un ensayo de motores del proyecto del lanzador argentino de satélites Tronador II-250, en General Ordoñez, 250 kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba, lo que fue considerado un “hito” en la historia aeroespacial argentina.
Se trata de tecnología desarrollada y fabricada en el país, cuya ejecución permitirá tener un lanzador nacional que habilitará a la Argentina a colocar satélites en órbitas bajas a 600 kilómetros de la Tierra. El ensayo forma parte del desarrollo de componentes y sistemas de propulsión del programa Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas (Iscul), diseñado por la agencia espacial argentina con este objetivo.
El ensayo se realizó este miércoles en instalaciones de Valthe Ing., una Pyme de ciencia e ingeniería aplicada con base en Ordoñez. En la sala de control (propiamente, un container), a 20 metros de un campo donde reverdece la soja y muy cerca del banco de prueba capaz de soportar los 350 kilos de empuje del motor, los minutos previos son de gran tensión.
Chequeos de aperturas o cierre de válvulas, de presurización de tanques, del agua de refrigeración, e incluso la revisión visual de que todo el mundo se encuentre en una posición segura, es parte del protocolo antes de que se active la secuencia del disparo. El golpe del arranque del motor se siente en el pecho y la explosión sobresalta a los incautos. La espera de 100 segundos, tiempo más que suficiente para que un cohete con tal motor sobrepase la atmósfera, se vive con concentración y ansiedad.
Lo que se probó es el prototipo del motor de la segunda etapa de vuelo, digamos, del lanzador. La primera llega a 100 km. de altura y consume la mayor parte del combustible para vencer la aceleración de la Tierra y la resistencia de la atmósfera. A partir de ese momento, el cohete es impulsado por un cohete similar al que se probó hoy en la llanura cordobesa. Estos prototipos son un paso más en la búsqueda de la versión final del lanzador Tronador II-250, para poder colocar satélites en órbitas bajas.