Especialistas del CONICET trabajan en el estudio de las propiedades antitumorales de los subproductos derivados del proceso de producción de vino y de aceite de oliva. En particular, el orujo (mezcla de escobajo, piel, pulpa y semillas de uva) y el alperujo (mezcla de agua de vegetación, pulpa y restos de carozo de aceituna).
La investigación surge de un acuerdo rubricado por el CONICET y la bodega Trivento de Mendoza y las actividades estipuladas en el convenio están a cargo de un equipo compuesto por especialistas del Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (IMBECU, CONICET-UNCUYO) y del Instituto de Biología Agrícola de Mendoza (IBAM, CONICET-UNCUYO).
Se trata de un proyecto enmarcado en un modelo de economía circular, ya que revaloriza residuos industriales a través de la recuperación sostenible de compuestos beneficiosos para la salud. La propuesta utiliza una tecnología innovadora basada en el uso de Solventes Eutécticos Profundos Naturales, (NADES, por sus siglas en inglés), una alternativa que involucra únicamente componentes de origen natural y no tóxico, como azúcares, alcoholes, aminoácidos y ácidos orgánicos, en lugar de solventes químicos.
La actividades de investigación estipuladas en el convenio están a cargo de un equipo compuesto por especialistas del Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (IMBECU, CONICET-UNCUYO) y del Instituto de Biología Agrícola de Mendoza (IBAM, CONICET-UNCUYO).
La producción de aceite de oliva y vino son dos de las principales actividades económicas agroalimentarias en Mendoza. Generan gran cantidad de residuos sólidos y líquidos que representan un problema ambiental importante por lo que la gestión de estos desechos se ha convertido en un gran desafío para estas industrias.
Tanto el orujo como el alperujo son fuentes de compuestos fenólicos bioactivos que podrían utilizarse para la prevención de tumores de riñón, colon, mama y próstata; cuatro tipos de cáncer altamente frecuentes en Argentina, según señala la investigadora del CONICET Constanza López Fontana que es una de las responsables del proyecto. “Existe una tendencia a buscar compuestos naturales para tratar de controlar, retrasar o evitar la aparición de enfermedades», aseguró la científica remarcando que existe una gran cantidad de especies de plantas con compuestos químicos que tienen efectos sobre la salud, algunos son compuestos fenólicos, que también están presentes en la uva y en la aceituna y en los subproductos derivados de su procesamiento.
Por su parte, las investigadoras del CONICET en el IBAM, María de los Ángeles Fernández y Joana Boiteux, destacan que el Grupo de Química Verde del Instituto viene trabajando desde hace tiempo en la revalorización de subproductos de la industria olivícola y vitivinícola, a través de la recuperación sostenible de compuestos de gran importancia biológica y comercial. Mediante el uso de sistemas eutécticos (NADES), el equipo científico elabora extractos (mezcla de sustancias), que son testeados en diferentes tipos de modelos celulares.
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