Por Claudio Leveroni

Hay palabras en nuestro vocabulario que resultan difíciles emparentar con algo infame o despreciable. Libertad es una de las que pertenecen a ese lote de vocablos encaminados hacia objetivos siempre nobles.

Libertad suele ser la bandera desde todas las ideologías. Resuena en los himnos de todas las naciones, se encuentra estampada en los movimientos de liberación nacional de todo el mundo y resulta ser un objetivo no negociable en quienes la proclaman como emblema.

Por estos días el partido que postula a Javier Milei, la Libertad Avanza, llevó la aplicación de la libertad a un extremo tan riesgoso y alarmante como insólito. El aspirante presidencial habló de la libertad de vender y comprar órganos humanos. Para muchos puede resultar un grotesco, pero es una discusión ética que se mete entre nosotros en nombre de la libertad. No es la única que se plantea desde este espacio de extrema derecha. Milei también se refirió a la libertad de elegir que nuestros hijos vayan o no al colegio, lanzando por la borda del barco de los derechos ganados la educación obligatoria.

Estas propuestas, realizadas en nombre de la libertad, se instalan como una polémica mediática y social. Lo hacen mientras otras, igualmente riesgosas para el conjunto de los argentinos, ya se ejecutaron con perfil de debate mucho más bajo y un daño estructural enorme para el país.

Hace siete años, el 5 de mayo de 2016 y a tan solo cinco meses de haber asumido la presidencia Mauricio Macri, el Banco Central en nombre de la libertad permitió elevar a 5 millones de dólares el tope para comprar divisas. La libertad aquí se utilizó para aumentar la ausencia de restricciones facilitando que los más ricos esquilmen las reservas del país.

Dos años más tarde, ya con las reservas fugadas, Macrí endeudó nuevamente a los argentinos con el FMI. Pidió, y le otorgaron con llamativa rapidez, 57.000 millones de dólares. Fue el préstamo más grande otorgado en la historia de un organismo que es la pata financiera de la geopolítica de Estados Unidos.

Macri llegó a recibir 45.000 millones que terminaron también fugados abasteciendo la voracidad de los especuladores. Siempre en nombre de su libertad 100 agentes, bancos y fondos financieros realizaron compras por 24.679 millones de dólares. Diez de ellos compraron 7.945 millones de dólares. Otra cantidad de personas jurídicas efectuaron más compras de divisas. En total se llevaron 41.124 millones de dólares de esos 45.000 millones ingresados desde el FMI . El Banco Central que heredó la administración de Alberto Fernández quedó con un riesgoso piso de reservas. Pese a eso Fernández decidió no tomar los casi 9 mil millones que faltaban ingresar por el mega crédito del FMI.

Hay una causa judicial investigando el manejo de aquellos fondos desaparecidos. El mes pasado la Procuración del Tesoro le reclamó a la jueza María Eugenia Capuchetti que cite a indagatoria al expresidente Maurico Macri, al exmimistro de Hacienda Nicolás Dujovne y al exministro de Finanzas y extitular del Banco Central Luis «Toto» Caputo. Por ahora, ese pedido es una Causa Pendiente.