Por Claudio Leveroni

Los tiempos electorales comienza a marcar su impronta hacia el 2023. En las dos alianzas que dominan el escenario político nacional se van reacomodando los intereses de cada sector interno. No hay avenida del medio posible. Los terceros en cuestión están condenados el año próximo a buscar, mantener o sumar representantes parlamentarios. Los dos modelos en pugna polarizarán la voluntad del electorado. En ambos frentes hay halcones y palomas, una definición muy en boga que facilita interpretar la vehemencia estratégica de los principales protagonistas.

En el oficialismo el Presidente da permanentes señales de no modificar su estrategia basada en un perfil moderado. La incorporación de Daniel Scioli al gabinete nacional es una demostración de ese estilo de construcción política. El ex embajador en Brasil sirve, además, como un plan B ante la posibilidad de una fuerte caída de imagen que le impidan al primer mandatario ratificar su ya anunciado deseo de ir por la reelección. Depende del control que pueda ejercer sobre el proceso inflacionario. Consultores amigos le aseguran a Alberto que para llegar con posibilidades de éxito será necesario ingresar al 2023 con índices mensuales por debajo del 3%.

Cristina Fernández irrumpió en el escenario para ratificar que el Frente de Todos no se romperá. Afirmación creíble, la división es garantía de derrota electoral. No por eso la Vicepresidenta resignará posicionamiento de su mirada. Sigue siendo la figura de mayor peso en la política argentina y su estatura intelectual sobrevuela muy por encima de la media de los dirigentes locales, aunque sus opositores le quieran bajar esa calificación aduciendo una cuestión de modales. Críticas de vuelo gallináceo diría Perón.

Cristina arremetió contra la mansa aceptación que los planes sociales deben ser una constante. Gobernar es dar trabajo, definió alguna vez quien fuera el tres veces presidente constitucional. Ella lo recordó a su manera, “no me vengan con que eso es peronismo”, arremetió para enfatizar que “peronismo es trabajo”. Después, se asustaron quienes gerencian la pobreza y mordisquean de planes que reciben los más pobres. En 2015 el Gobierno de Cristina dejó 207 mil planes sociales, las políticas del neoliberalismo que impuso Macri más que duplicaron esa cantidad. En 2019 cuando dejó la presidencia había 467 mil. Las políticas liberales son una auténtica fábrica de pobres.

Nadie sabe por estos días a ciencia cierta cual es la estrategia electoral de Cristina. Solo anudan especulaciones que nacen desde la interpretación de sus gestos. Bajo esa mirada no se descarta que pueda ser la 1 nuevamente. Acaso en una fórmula que comparta con el propio Alberto. Es otra especulación.

En la oposición aparece fortalecido el sector más extremo. En el Pro Macri viene dando señales que tiene intención de ser parte de la contienda. Sus chances crecen a medida que se desvanece la figura presidenciable de Larreta. El Jefe de Gobierno porteño  avanza con propuestas que arrastran la intención de conquistar el electorado de derecha que dejó señales de su volumen en las elecciones de medio término. Bajo ese criterio propuso el castigo al lenguaje inclusivo, y la insólita propuesta de buscar candidatos para sus listas haciendo un casting entre vecinos no militantes. Todo muy circunscripto al microclima porteño. Las provincias tienen otras prioridades.

En el radicalismo sienten que están renaciendo de las cenizas. Reina clima de euforia en la creencia que están retomando un protagonismo perdido tras el rotundo fracaso de De la Rua que los hundió en el ostracismo. Con un candidato de boina nueva como Martín Lousteau, vislumbran la posibilidad de gobernar la Ciudad. Se trata de un sector, muñequeado por el legendario Coti Nosiglia, que viene disputándole poder al ala más conservadora que se adueñó de la estructura partidaria nacional instalando a Gerardo Morales en lo más alto. El gobernador jujeño fue de los primeros en levantar la mano para anotarse como presidenciable.

Envalentonado por el incipiente resultado en las elecciones parlamentarias bonaerense Facundo Manes recibe adhesiones para subirse a una aspiración de máxima. Parece ser demasiado para un personaje de muy reciente aparición en el escenario político. Un pasado no tan lejano lo persigue obstaculizando el lanzamiento a la Rosada.