Israel Folau fue, hasta hace pocos días, el jugador de rugby mejor pago del mundo. Su sueldo anual con los Waratahs y la Unión Australiana de Rugby era de 1.4 millones de dólares. El portentoso back, que este mes cumplió 30 años, volvió a pasar los límites legales en su país al publicar agresiones homofóbicas en redes sociales desde su posición de fanático religioso. “Borrachos, homosexuales, adúlteros, mentirosos, fornicadores, ladrones, ateos, idólatras; el infierno les espera ¡Arrepiéntanse! Solo Jesús puede salvarles”, publicó en Instagram. Desató un escándalo de proporciones que concluyó con la anulación de sus contratos. Fue desafectado tanto del equipo que participa en el Súper Rugby como de la selección australiana. Es una muestra saludable que el profesionalismo en el rugby no abandona valores formativos que son un sello de identificación de este deporte. Australia es una nación que, institucionalmente, viene luchando mucho para revertir una cultura discriminatoria que anida en su población. En septiembre de 2017 sancionó una ley que castiga la incitación al odio. Desde entonces las ofensas, insultos, humillaciones e intimidaciones a personas por su condición étnica, sexual o religiosa son consideradas como un acto ilegal en conversaciones, cantos, dibujos o incluso hacer gestos en público. El odio es castigado severamente en el país de los Wallabies. Los que provienen del fanatismo religioso preocupan más. El mes pasado un australiano, Brenton Tarrant de 28 años, fue el protagonista del ataque a la mezquita Al Noor en Christchurch, matando 49 personas e hiriendo a otras 50. La nueva normativa sancionada hace dos años no solo establece límites de convivencia social entre los australianos, también apunta a combatir los altos niveles de pobreza existentes, teniendo en cuenta que se trata del octavo país más rico del mundo. Con 24 millones de habitantes Australia tiene el 14% de su población (casi 3 millones de personas) viviendo por debajo de la línea de pobreza. Según el Consejo Australiano de Servicios Sociales (ACOSS) la discriminación contribuye a la pobreza que experimentan algunos australianos con origen extranjero. Tras el posteo cargado de odio de Folau, dirigentes locales intentaron sin éxito ubicarlo para que lo baje. No fue su primera incursión con este tipo de comentarios violentos. El año pasado bordeó una polémica similar. Esta vez rebasó el vaso. La Unión de Australia y NSW Waratahs decidieron rescindir su contrato.