Por Claudio Leveroni

La rápida reacción de Alberto Fernández, pidiéndole la renuncia al Ministro Ginés González Garcia, corrió al Presidente de cualquier especulación sobre un interés personal en beneficiar con la vacunación anticipada a un círculo propio. La determinación fue más lejos aún, el primer mandatario sugirió que se bajen del avión que el próximo domingo lo llevará a México, el senador Jorge Taiana y el diputado Eduardo Valdés quienes también se habían vacunado, aunque con la justificación de este viaje.

La oposición vio sangre y salió a comer. Desde los medios antigobierno alientan un cacerolazo y prometen extenderlo para los próximos días. Lo cierto es que el Ministro saliente les dio de comer. También el veterano periodista Horacio Vertbisky que se vanaglorió relatando por radio, como si se tratará de una aventura estudiantil, su recorrido para vacunarse. Habló del “amigo” Ginés y lo mandó al frente con brutal sinceridad. Su apodo de perro se desvaneció fugazmente. Roberto Navarro, dueño de la radio (El Destape) donde Vertbisky hizo el comentario, anunció su despido. “Es una inmoralidad que con 50 mil muertos haya vacunados VIP” señaló para después agregar, “le hice saber a Verbitsky que ya no seguirá con sus columnas en El Destape”

Las versiones al caer la tarde dan como sucesor de Ginés González García, a Carla Vizzotti. “Es número puesto”, fue la escueta respuesta a este cronista de un vocero oficial. En pocas horas más habrá anuncio.

Posiblemente de este escándalo se puedan recoger enseñanzas. La reconstrucción de valores encaminados a un modelo social con raíces humanistas y solidarias debe ser la bandera ética más valiosa, superior a cualquier otro planteo, en una gestión de gobierno. Es una necesidad de época. La pandemia desnudó miserias que envuelven al mundo de hoy. Este caso nos invita a debatir valores y ética en la construcción política. No vale todo, hay límites. El presidente se encargó de marcarle la línea a quienes quedaron en off side.