Si algo quedó claro horas después de finalizado los comicios del último domingo y conocida la performance electoral de las fuerzas que compitieron, es que el FMI no fue imparcial en esta contienda. El lunes dio a conocer un comunicado formalizando que el 23 de este mes su directorio se reuniría para estampar la firma al acuerdo con nuestro país que representa un monto equivalente a desembolsos relacionados a dos pagos ya realizados por Argentina concretados con un cóctel de monedas y sin utilizar reservas.

Como contrapartida de esa negociación relacionada con la deuda que tomó irresponsablemente Mauricio Macri en 2018, el gobierno aceptó devaluar un 22%, determinación que se conoció ayer. Rechazó hacerlo en un 60% como había solicitado el FMI. La tensión entre el organismo financiero internacional que timoneo EEUU y el gobierno mantiene alerta ambas partes.

En economía esperan se concrete lo acordado que representan dos desembolsos. Uno por 8 mil millones de dólares, que llegaría después de la reunión del Directorio del 23 de agosto, y el otro por 2.250 la primera semana de noviembre. Que hacer con esos fondos es el debate de estas horas que timonea el propio Sergio Massa, aunque no lo hace en soledad. La interconsulta se da en el marco político, fundamentalmente con la vicepresidenta Cristina Fernández.

Una parte de esos recursos serán destinados a controlar la inflación. Una unidad especial fue designada para timonear el nuevo acuerdo de precios, algunas prerrogativas que llevan a la mesa de negociación están ligadas a las importaciones de insumos para la producción. Allí irán parte de esos dólares que ingresarán del FMI. Controlar que los empresarios cumplan lo pactado es parte de una tarea que el gobierno debe ejercer con la mayor firmeza posible.