Por Claudio Leveroni
La determinación de ordenar la suspensión de las elecciones en Tucumán y San Juan revela el poder de daño que tienen los integrantes que conforman la mayoría automática de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Se trata de un fallo político que acarrea también una advertencia. La proscripción a Cristina Fernández está en curso y puede surgir, desde este pacato tribunal, apenas la vicepresidenta anuncie su candidatura, o lo que es peor aún, pocos días antes de la elección presidencial. Son capaces, tienen antecedentes.
Dos de los cortesanos, Rosenkrantz y Rosatti, no tuvieron empacho en aceptar ingresar al máximo tribunal por Decreto. Un procedimiento ilegal, inconstitucional que nunca tuvo registro en la titubeante historia argentina. Aceptaron ingresar a la Corte por la ventana empujados por el entonces presidente Mauricio Macri. Finalmente, los acontecimientos marcaron otro rumbo para lo que hubiese sido un enorme escándalo.
En realidad, los integrantes de la Corte conviven en situaciones escandalosas. Ellos lo saben, y también tienen sus temores. Las declaraciones que se escuchan en la comisión de juicio político de la cámara de diputados jaquean la estabilidad emocional de los cuatro supremos. Están preocupados, allí se ventilan múltiples cuestiones que los comprometen seriamente.
Estos cuatro jinetes del apocalipsis son parte de un entramado mucho más grande y poderoso aún. Rosatti estuvo esta semana en el hotel Alvear para exponer en un plenario de empresarios locales bendecidos por la embajada de Estados Unidos. Utilizó los 15 minutos que le dieron para hablar del déficit fiscal y los excesos en la emisión monetaria del gobierno.
Después de conocer las denuncias por el desmanejo contable que la Corte lleva con la Obra Social Judicial, resulta una supina hipocresía plantarse en ese puñado de minutos hablar de economía en lugar de abordar el tema que lo refiere, la justicia. Rosatti dio examen ante el poder real. Desplegó una promiscua indignidad que lo expuso como un empleado jerarquizado representando los intereses de ese sector.
La Corte tomó una decisión sin definir el fondo de la cuestión. La resolución fue solo una muestra de poder que tiene una única e indisimulable dirección. El peronismo en la figura Cristina Fernández.
Vale preguntarse también, ¿qué sucede con las provincias que viven quejándose del centralismo porteño y se mantienen impávidas ante estos mandatos que le cercenan el derecho de votar?
El 25 de mayo habrá un enorme acto. La avenida 9 de julio congregará a miles de personas que llegarán con la esperanza de escuchar que el rumor se hace realidad. Allí estará Cristina Fernández, acaso motivada por el desafío de la proscripción. Dará un paso más en su historia, es el que muchos están esperando.
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