Aunque parezca extraño, especialmente porque viene de la máxima autoridad constitucional del país, Javier Milei se mostró orgulloso de haber dejado sin trabajo “50 mil empleados públicos”, de haber “dado de baja 200 mil programas sociales”, y eliminar la obra pública. Así lo manifestó durante una entrevista televisiva.

Se trata de definiciones que encierran valores que van a contramano de la empatía por quien pierde su trabajo, o la ayuda social, fomentando la paralización de la acción de gobierno en realizaciones necesarias, a través de la obra pública, para mejorar la calidad de vida de una sociedad. Acaso estas definiciones del presidente que son aceptadas por una parte de la sociedad, sean representativa de la brutal derrota cultural que impone la ´poca que vivimos.

Levantar como banderas del progreso que miles de personas quedan en la calle a la buena de Dios o se les quita la ayuda social, es algo que se encuentra en las antípodas de una sociedad solidaria de valores altruistas. Mucho más cuando esas brutales determinaciones políticas golpean en la cara de casi todos los argentinos acompañando medidas recesivas, de alta inflación que son depredatorias del salario.