Por Claudio Leveroni
Las encuestas y sondeos relacionados con las preferencias de los votantes para las próximas primarias se mencionan con gran dosis de temeridad por estas horas. Los rotundos fracasos en elecciones anteriores le han quitado legitimidad a estos vaticinios. Son parte de la campaña electoral que impulsan medios de comunicación que se presentan como imparciales. No lo son, ya nadie es ingenuo. No hay opiniones libres en los comunicadores que despliegan verborragia augurando resultados desde las plataformas de comunicación más masivas.
El periodismo de nuestros días quedó amordazado por los fuertes intereses que capturaron el negocio de las comunicaciones. Un aura que dejó la administración Menem. Sobran postulantes para poner la cara y expandir sandeces y mentiras que reportan dividendo a los empoderados dueños de estos grupos mediáticos.
Pese a estas limitaciones es posible percibir cierta tendencia en la preferencia de la población. Este cronista, a modo personal, se anima a ensayar algunas observaciones. Nada científico, solo un sondeo de entrecasa intuyendo que se mantendrá una correlación de fuerzas similar a la entregada por los electores en 2019. Acaso, solo aparezca como novedad aquella relacionada a la revalorización de las vituperadas PASO, que ahora surgen como un mecanismo útil de selección para pulir el perfil más o menos extremista en el discurso de derecha de la oposición. En ese contexto la elección en la Ciudad de Buenos Aires resulta ser particularmente intensa. Las tres listas del oficialismo porteño expresan considerable distancia entre sí en esa dureza verbal.
El retorno a estos pagos de la ex gobernadora Vidal incorpora una duda extra que apunta saber si habrá fuga de votos del Pro al radicalismo, o al ala más radicalizada que expresa López Murphie. Nadie imagina sorpresas en la suma de las tres en el escrutinio final. Le darán un triunfo, habitualmente cómodo, al oficialismo. Merecerá especial atención el porcentaje que alcance cada lista. Tendrá alto impacto en el reacomodamiento futuro del espacio.
Faltando tres semanas para las primarias resulta particularmente intrigante saber si el crecimiento de Leandro Santoro, algo que reconocen propios y ajenos al Frente de Todos, llevará el porcentaje de la principal fuerza opositora a Larreta a un nivel que esté por encima del promedio logrado por el peronismo en las últimas elecciones de medio término en la Capital Federal. Su origen radical y alfonsinista, más un discurso moderado y adaptado al oído receptor de clase media, resulta ser atrapante para el histórico votante porteño.
El ámbito bonaerense requiere de una mirada más amplia. Cada uno de los municipios que componen la geografía política de la provincia tiene un latir propio que se traduce en liderazgos locales de mediana intensidad. El corte social augura avalancha de votos peronistas en la segunda y tercera sección (oeste y sur del Gran Buenos Aires) y una mayor paridad en la primera (norte). La rebautizada alianza Juntos acumula más votantes por ser oposición que por propuesta de candidatos. Santilli es una oferta demasiado desteñida para una región que fue duramente castigada bajo la administración Macri-Vidal. Para colmo insisten con apuestas de marketing ya envejecidas planteadas en un idioma que pone distancia de los sectores sociales populares.
Aquí el oficialismo se mueve con un sentimiento de pertenencia muy fuerte. Kicillof sigue recorriendo los distritos como cuando era candidato en 2019. Los jefes comunales reconocen que atiende sus reclamos. Es por eso que sus críticas apuntan, generalmente, a consideraciones relacionadas a la política nacional. En pandemia todos recibieron ayuda sanitaria y la distribución de vacunas fue tan eficiente como equitativa. Difícilmente se escuche decir lo contrario.
Bajo este panorama surge como duda saber cuántos municipios logrará la oposición ratificar como propios. Hay 46 (sobre un total de 135) intendencia que tienen jefes comunales vecinalistas o de Juntos por el Cambio. Entre los más voluminosos, por electorado y peso político, están La Plata, Lanús, General Pueyrredón, Vicente López, San Isidro y Tres de Febrero. En muchos de ellos el Frente de Todos diversificó su oferta permitiendo la competencia interna con la intención de capturar más voluntades.
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