Continúa desarrollándose este martes el juicio oral por la “Masacre de Napalpí”, el primer proceso por crímenes de lesa humanidad cometidos contra comunidades originarias, en la Casa de las Culturas de Machagai, donde declararán descendientes de sobrevivientes e investigadores de las etnias Qom y Moqoit.
El 19 de julio de 1924, un grupo de entre 300 y 500 personas -en su mayoría integrantes de comunidades qom y moqoit- que realizaban una huelga en reclamo por una justa retribución por la cosecha de algodón, fueron acribilladas por la policía y grupos civiles armados que respondían al gobernador del territorio chaqueño, Fernando Centeno. La represión continuó durante meses con la persecución a quienes habían sobrevivido.
Estos hechos ya fueron reconocidos por la Justicia Federal como un crimen de lesa humanidad; sin embargo, debido al tiempo trascurrido, no hay posibles imputados con vida que puedan ser juzgados. Por iniciativa de la Unidad Fiscal de Derechos Humanos de Resistencia, se realiza un juicio por la verdad.
Los aportes de distintas investigaciones que se realizaron desde el CONICET fueron fundamentales para poder llegar a esta instancia. A través de testimonios y documentos que constan en la causa, la Justicia Federal tomó como pruebas los resultados de trabajos académicos de diversas disciplinas, como la historia, la antropología y la sociología.
Una de las investigadoras que prestará declaración durante el juicio como testigo de conocimiento es Mariana Giordano, del Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI, CONICET-UNNE). Su aporte, a través de pruebas documentales, destaca un número especial del diario El Heraldo del Norte, publicado en 1925, que desmantela el entramado del discurso oficial reproducido por la prensa de la época.
“Este órgano periodístico fue el primero que trató especialmente la masacre y que revirtió el discurso de ‘sublevación’ y de ‘malón’ de los medios oficialistas”, adelantó la investigadora. Además, expondrá ante el tribunal los análisis que realizó de las imágenes tomadas por el antropólogo Robert Lehmann Nitsche el día de la masacre, que se encuentran en el Instituto Iberoamericano de Berlin (IAI) y que también fueron aportados como prueba en la causa.
Una de esas imágenes, señala la investigadora del IIGHI, “muestra un avión con el piloto en la cabina sobre el que se distingue la inscripción ‘2 Chaco’ y delante de él funcionarios, policías con fusiles Winchester y el mismo Lehmann Nitsche, además de vecinos criollos y, en un segundo plano, los indígenas que no se adhirieron a la huelga”.
En la audiencia del miércoles pasado, declararon los investigadores y académicos Francisco Romero Teresa Artieda, Laura Rosso, Gabriela Barrios, Alejandro Jasinski, y Luciano Sánchez.
También lo hizo el exdiputado Rubén Guillón de modo presencial y, por vía remota, el periodista Pedro Solans, investigador de esta matanza cometida durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear.
Además, se incorporaron por lectura los testimonios de Mario Irigoyen, hijo de la sobreviviente Melitona Enrique, y de Carmen Rosa Delgado, hija de Rosa Chará, quien tenía 11 años cuando fue salvada por su madre y su tía de los efectivos que perseguían a los indígenas.