Varias provincias han adoptado la determinación con carácter obligatorio de la utilización de barbijos. A Catamarca y Jujuy se sumaron en las últimas horas Misiones, La Rioja y Santiago del Estero. Justamente, Catamarca es una de las tres provincias, junto a Chubut y Formosa, donde aún no hay infectados detectados con coronavirus.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) viene señalando que las mascarillas solo deben ser utilizadas por personal de salud y personas con síntomas de coronavirus. Sin embargo, varias naciones y estados provinciales van asumiendo un camino a contramano de esta sugerencia de la OMS. No pocos leen que detrás de la decisión de hacer obligatorio el uso del barbijo hay una intención de sobreactuar una medida de seguridad bien vista por una ciudadanía invadida por el temor. La pandemia despliega todo tipo de acciones, las especulativas no están exentas. En la provincia de Buenos Aires un municipio, Zárate, reglamentó que para circular en las calles se debe utilizar barbijo. Una determinación tomada en soledad, aislada del conjunto, que parece encuadrase en el concepto precedente. El saber manipular el barbijo, su contaminación, la necesidad de recambiarlo cada determinada cantidad de tiempo, son aristas visibles que desnudan lo endeble y costoso que puede resultar la medida. En regiones asiáticas, como Japón y algunas ciudades de China, la población tiene la costumbre de utilizarlos, como elemento preventivo por la contaminación ambiental. Justamente en estas regiones nació y se expandió el virus.

El Ministerio de Salud de la Nación se mantiene firme aceptando la recomendación de la OMS y descarta la obligatoriedad, al tiempo que reclama máximo esfuerzo para sostener el aislamiento obligatorio el mayor tiempo posible. El comité de expertos con el que trabaja apuntala esa determinación. Lejos de vaticinar anticipadamente cualquier éxito, los resultados de la cuarentena van siendo positivos. En base a esa estadística diaria, el camino asumido por el gobierno viene siendo el correcto.