Por Claudio Leveroni

El reciente electo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, salió al ruedo en las últimas horas mostrado disposición para ayudar a Argentina en su renegociación de la deuda con el FMI. El gesto no conlleva solidaridad, apenas busca calmar el sabor amargo que dejó su nombramiento al frente de esta entidad creada en 1959, y comenzar, desde ahí, una estrategia de dominio regional. Por primera vez el BID queda en manos de alguien que no representa al sector del continente que habitamos. Estados Unidos, el principal accionista del Banco, rompió una regla no escrita establecida hasta ahora en la institución que tiene su sede en Washington (foto), según la cual un latinoamericano debe ejercer la presidencia. Trump logró quebrar esa tradición que tiene una carga política determinante en la dirección de la asistencia de recursos que ofrece el BID.

Mauricio Claver-Carone asumirá el 1 de octubre. En la actualidad es asesor de Trump como Asistente Adjunto del Presidente de los Estados Unidos y Director Senior de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos. Fue representante de los EEUU ante el Fondo Monetario Internacional y Asesor Senior del Subsecretario de Asuntos Internacionales en el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

El hombre de Trump ganó la presidencia del BID la semana pasada alcanzando el 67% de los votos de los accionistas. Otro 31% acompañó la propuesta Argentina de abstenerse solicitando que, dada la situación de la pandemia vigente, era conveniente posponer la determinación hasta marzo del año próximo. El presidente Fernández impulsaba, con el apoyo de varias naciones, a Gustavo Beliz para ocupar ese cargo.

Claver-Carone reveló en una entrevista con la agencia AFP que se comunicó con el presidente argentino para ofrecerle su ayuda, es decir la del BID, en las negociaciones ante el FMI por la deuda de u$s44.000 millones que el país contrajo bajo la irresponsable presidencia de Mauricio Macri. No es difícil imaginar la existencia de algunos condicionamientos bajo cuerda que puedan surgir por hacer realidad esa ayuda. Uno de ellos, seguramente el más importante, será desbancar el poder creciente de China en la región. Nuestro país tiene acuerdos relacionados con obras públicas con la potencia asiática que por estos días busca ampliarlos ofreciendo una mayor inversión en el área energética. A las dos represas de Santa Cruz, que acarrean una inversión de 4 mil millones de dólares, China busca sumar Portezuelo del Viento, en Mendoza con otros 2 mil millones de dólares. Desde mediados del año pasado esta construyendo el Dique El Tambolar en San Juan con casi 500 millones de inversión. Están en capetas proyectos relacionados con puertos y aeropuertos.

El presidente del BID buscará desactivar esa dinámica entre China y Argentina que lleva más de una década de renovada intensidad. La tarea que le fue encomendada por Trump es atraer a Argentina hacia los intereses norteamericanos en la batalla por el dominio comercial mundial que están librando EEUU y China. El senador y ex canciller peronista Jorge Taiana describió con fina crudeza la situación a través de un mensaje desde su cuenta de twitter: “Ante la division de la región, por primera vez EEUU forzó e impuso su candidato en el BID, Claver-Carone. El costo de destruir la integración. Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera.”