# Por José Pepe Armaleo
El gobierno de Javier Milei ha vuelto a demostrar su desprecio por la memoria, la verdad y la justicia. La suspensión del show gratuito de Milo J en la ex ESMA, mediante una medida cautelar impulsada por el secretario de Derechos Humanos, Alberto Baños, y avalada por el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, no es más que un acto de censura disfrazado de burocracia. Más grave aún es la desproporcionada respuesta estatal: un operativo policial desmedido con la presencia de la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura, amenazando con reprimir a miles de adolescentes que simplemente querían escuchar a su artista.
Hablo desde una generación que padeció la crueldad de la dictadura con 30 mil desaparecidos y más de 400 niños secuestrados. Milo J, un joven de 18 años que a través de su arte refleja la realidad de muchos sectores postergados, decidió llevar su música a un espacio de memoria. Su decisión no es inocente ni casual: la ex ESMA es un símbolo de la lucha por los derechos humanos en Argentina, un recordatorio de los crímenes de la última dictadura cívico-militar.
La presencia de 20.000 jóvenes en ese lugar, conmemorando la historia a través de la cultura, representa una amenaza para un gobierno que insiste en negar el pasado. La excusa oficial de la suspensión fue la falta de permisos y medidas de seguridad, cuando los organismos de derechos humanos y el directorio del Espacio Memoria y Derechos Humanos confirmaron que todo estaba en regla. La realidad es que este gobierno no quiere que las nuevas generaciones tengan contacto con la memoria. La advertencia a los organizadores fue clara: si no suspendían, iban a reprimir. Extorsión en su máxima expresión.
El desmonte de la gigantografía de Néstor Kirchner ordenando bajar el cuadro de Videla es otro símbolo de la ofensiva negacionista. No se trata solo de borrar imágenes, sino de imponer un discurso que relativiza los crímenes de la dictadura y busca desacreditar los avances en materia de derechos humanos. Pero como bien lo expresaron algunos de los adolescentes presentes, lejos de desalentar la memoria, estos actos de censura han despertado preguntas y han incentivado el interés por conocer la verdad.
Nos solidarizamos con Milo J y con todos los jóvenes que vivieron en carne propia la amenaza de la represión por el simple hecho de querer disfrutar de la música en un espacio de memoria. Rechazamos el negacionismo y la censura impuesta por este gobierno, que pretende silenciar el arte y vaciar de contenido nuestra historia. Pero la memoria es más fuerte. No podrán borrar la verdad, porque mientras existan voces que se alzan en su defensa, seguirá viva en cada uno de nosotros.
# José “Pepe” Armaleo: Abogado, Magister en Derechos Humanos, integrante del Centro de Estudios Arturo Sampay de Zona Norte.
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